Una conducta siempre está situada en un contexto. Puede ser patológica o normal dependiendo de cuál sea el sistema cultural en el que se desenvuelve. Por ejemplo, la tendencia a actuar con arreglo a fines en lugar de actuar con arreglo a valores, o priorizando mayormente los primeros sobre los segundos, es una tradición en la cultura política argentina. Sea la dictadura militar, Kirchner, los Montoneros, Menem, Hebe de Bonafini o Clarín (la lista sería interminable), cada uno encontró motivos “extraordinarios” para actuar con orientación a fines y justificando los medios.
La cultura es el software que gobierna nuestro comportamiento. Cumple la función de mantener las ideas que construyen la conciencia colectiva, las que nos dan identidad como pueblo y nos permiten permanecer en nuestro ser al conservar algo estable en el devenir de cambios.
* Fundador del Diario PERFIL.