“Quien conoce la cadena de mando sabe perfectamente cómo funciona esto y los niveles de responsabilidad”, dijo a PERFIL uno de los oficiales sospechados de participar en la presunta asociación ilícita que se dedicaba a crear empresas y dirigir licitaciones en un círculo viciosos de amistades, parentescos y jerarquías castrenses. Con precisión de artillero, aunque no pertenece a esa arma, el oficial de alto rango apuntaba su batería al jefe del Estado Mayor General del Ejército, el teniente general Roberto Bendini.
La denuncia que presentó la ministra de Defensa, Nilda Gerré, surge de una investigación realizada por auditores de la cartera que descubrieron irregularidades en 25 contrataciones diseñadas y tramitadas durante 2007 por personal del Ejército de tres dependencias: el Comando de Operaciones Terrestres, el Batallón de Intendencia 601 y la Dirección de Asuntos Históricos del Ejército. En la megaestafa están involucrados una veintena de oficiales en actividad, ocho suboficiales, hombres retirados de la fuerza, personal civil del Ejército y una treintena de civiles.
Los tres oficiales imputados que hablaron con PERFIL en estricto off the record coincidieron en hablar sobre la “responsabilidad de la cadena de mando”. “En una estructura como la del Ejército, donde se cuenta 20 veces el mismo par de borceguíes, una licitación no puede ser dirigida sin el conocimiento de la instancia superior, ¿me entiende?”, explicó uno de los uniformados que jura su inocencia.