El día del velatorio de Iván Heyn, poco después del mediodía, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner mandó llamar a Luana Volnovich. La novia histórica del economista llegó a la residencia de Olivos en un auto de la custodia presidencial y se reunió a solas con la Presidenta.
Según le dijeron a Noticias, fuentes de La Cámpora, esa tarde Cristina le habría entregado a Luana los dos celulares del titular de la Corporación Puerto Madero y la notebook que registraba movimientos y proyectos de los últimos dos años. El encuentro es uno de los datos que llama la atención de la familia Heyn.
La jefa de Estado había recibido las pertenencias del joven vía Cancillería. El entorno familiar deja trascender que la Justicia uruguaya no preservó las pruebas sino que las cedió al gobierno argentino. Por otro lado, sugiere la presunta modificación de la escena del crimen porque en la habitación ingresaron –antes que la Justicia– empleados del consulado, personal del hotel, funcionarios argentinos y efectivos de la policía montevideana. Lo dice su abogado, entrevistado esta semana por Noticias.
Por último, cuestiona la falta de monitoreo y control de la causa por parte de la administración K. Pese a que se trató de la muerte de un funcionario en una cumbre internacional en un país extranjero, nadie del gobierno argentino siguió al menos de oficio la investigación.
El pase de facturas apunta sobre todo al camporista Julián Álvarez, viceministro de Justicia. Cuando Víctor Heyn llegó a la casa funeraria del barrio de Belgrano, se acercó a los amigos de su hijo y les preguntó: "¿Cómo murió?". Cuando le mencionaron la teoría del suicidio se quedó en silencio, pero cuando le hablaron de la hipoxifilia respondió: “Eso no lo creo de ninguna manera”.
Heyn padre cumplirá 56 años el miércoles 11 de enero. Junto con su esposa –repositora en un supermercado en España– y hermano Amhed –que tiene 32 años y trabaja como tatuador en Buenos Aires– constituyen el núcleo afectivo que no descansará hasta saber qué pasó.
El último dato que registra la familia es de las siete de la mañana del 20 de diciembre: a esa hora, Heyn estaba chateando desde su habitación con un funcionario argentino. Esa misma semana, en otros chats con militantes de La Cámpora, confesaba su decepción con el rol que le otorgó el Gobierno a partir del 10 de diciembre.
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