POLITICA

La Sociedad Rural y los presidentes argentinos, una historia de amores y rencores

Un repaso de la relación de la entidad agropecuaria y los mandatarios argentinos. Desde su inauguración hasta la confiscación K. Fotos.

Un repaso de la relación de la entidad agropecuaria y los mandatarios argentinos. Desde su inauguración hasta la confiscación K. Fotos.
| Cedoc.

Hubo un tiempo en que la Rural de Buenos Aires combinaba la eminencia social de las carreras de Ascot, en Inglaterra, y el frenesí técnico del Salón del Automovil. Sus instalaciones fueron visitadas a principios del siglo XX por las personalidades más importantes y descollantes que pisaron nuestras tierras, como la infanta Isabel de España, el Príncipe de Gales o el príncipe heredero italiano, a quienes se mostraba de primera mano los productos que constituían el orgullo del "Granero del mundo".

Su historia, más allá de las megaexposiciones que se realizan año tras año sus instalaciones, guarda una importante relación -de amores y odios- entre el campo y los presidentes argentinos desde que la Sociedad Rural Argentina fuera inaugurada en 1866, con José Toribio Martínez de Hoz (bisabuelo del exministro) como su presidente, y con el propósito de ser "la voz del campo" argentino y "fomentar el desarrollo y adelanto de la agricultura, ganadería e industrias derivadas".

Los terrenos que hoy ocupa la Rural -12 hectáreas limitadas por las calles que hoy se conocen como Santa Fe, Cerviño, Avenida Sarmiento y la extensión imaginaria de Darragueyra- pertenecieron al estanciero Juan Manuel de Rosas, quien desde allí gobernó la provincia de Buenos Aires hasta ser derrocado por Urquiza. Dicho terreno fue cedido a la SRA por el gobierno en 1875, iniciándose así una tradición que convirtió a esa zona del barrio de Palermo en una de las preferidas de los porteños.

También desde entonces La Rural fue una especie de "monstruo" que muchos presidentes soportaron con dignidad y otros prefirieron evitar, porque, al fin y al cabo, la relación entre el campo y el gobierno siempre fue feroz. Ya lo expresaba en simples palabras el historiador Félix Luna: "Cada generación de trabajadores rurales piensa que está pasando por el peor momento y después siguen otros momentos peores. Es bastante normal esa especie de complejo de que todo anda mal".

En la ceremonia de inauguración de la exposición de 1930, el presidente Hipólito Yrigoyen, criticado por su pretensión de empujar el desarrollo de la industria, fue insultado y abucheado, sólo seis días antes de su derrocamiento. Con Perón, las relaciones con la Sociedad Rural fueron pésimas, porque el proceso de sustitución de importaciones impulsadas por su gobierno no eran aceptadas por los ruralistas, así que ni él ni miembros de su gestión asistieron a las exposiciones de Palermo. 

En los 60 y 70 sí hubo buen entendimiento con presidentes de facto, como con Juan Carlos Onganía, cuyas costumbres principescas lo impulsaron a pasear por La Rural en la carroza que usó la infanta Isabel en 1910. Más tarde, con Jorge Videla, quien nombró Subsecretario de Agricultura y luego Secretario de Agricultura y Ganadería a Jorge Zorreguieta. El padre de Máxima fue un activo miembro de la Sociedad Rural.

De regreso a la democracia, Raúl Alfonsín fue quizás el presidente que más dolores de cabeza tuvo tras visitar la Exposición. La última vez, en 1988, no sólo fue complicado por la lluvia torrencial de ese mediodía de agosto, sino porque por primera vez en la historia de la Feria, un presidente ingresaba en medio de silbidos y abucheos generalizados de los ruralistas, descontendos con las medidas económicas que reimplantaban las retenciones a las exportaciones. 

"¡Que se vaya, que se vaya!", gritaban desde la tribuna. “Algunos comportamientos no se consustancian con la democracia, porque es una actitud fascista el no escuchar al orador. No creo que sean productores agropecuarios”, dijo Alfonsín sobre los que lo silbaban y abucheaban. "Son los que muertos de miedo se han quedado en silencio cuando han venido acá a hablar en representación de la dictadura. Y son también los que se han equivocado y han aplaudido a quienes han venido a destruir la producción agraria argentina. No son los trabajadores agropecuarios”, exclamaba en un discurso muy repetido en estos años por la TV Pública. 

 



Cinco años después, ya durante el mandato de Carlos Menem, un funcionario de Agricultura aseguraba la noche anterior a la inauguración de la Exposición: “Vamos preparados. Sabemos que va a haber de todo”. Y lo hubo: un gigantesco operativo de seguridad y gradas copadas por militantes menemistas, para evitar pasar vergüenza al riojano.

En 1999, Menem pospuso hasta último momento la decisión de asistir a este encuentro anual, pese a la advertencia de los productores: "En el Gobierno se pueden quedar tranquilos, siempre que concurran sólo los obsecuentes de la Rural y el menemismo, porque cualquier productor que sea consciente y asuma su realidad sólo iría para silbar y abuchear al Presidente, y no para aplaudirlo”, dijo un productor agropecuario. Su visita, sin embargo, fue "victoriosa", porque en el discurso agregó: "Ya he enviado al Congreso el proyecto de ley para anular las retenciones”. Y fue ovacionado.

Eduardo Duhalde -al igual que como hicieron durante una década sus sucesores Néstor y Cristina Kirchner- prefirió no ir a la inauguración de ferial de 2002, para no ser insultado. ¿La razón? Pese a que el sector agropecuario había quedado bien parado tras la devaluación del peso, la Sociedad Rural criticaba ferozmente a Duhalde por reimplantar las retenciones. "El campo esperaba que el Gobierno estuviera aquí", se lamentó el presidente de la SRA. "Siempre creímos que el Gobierno debía estar con los que trabajan. Pero parece que algunos no lo entendieron".

 

Ahora se abre un nuevo capítulo. Cristina Kirchner firmó el 20 de diciembre de 2012 un decreto para confiscar el predio de La Rural, otorgado en 1999 por el expresidente Carlos Menem. Una decisión que revive la vieja pelea del Gobierno con el Campo.

 

(*) Especial para Perfil.com.