Las más de 40 mil escuchas telefónicas que se conocieron esta semana desnudan una trama de negocios entre los dirigentes denunciados por Alberto Nisman que van más allá de lo ya conocido. Con Jorge Alejandro “Yusuf” Khalil en el centro, giran en torno suyo proyectos que van desde el comercio petrolero marítimo hasta una millonaria demanda contra el Estado.
Además, los audios muestran vínculos más complejos de los que había expuesto el fallecido fiscal cuatro días antes de aparecer muerto. De hecho, la sociedad de Khalil con Luis D’Elía sufrió una ruptura abrupta que coincide con la deriva política del acuerdo entre la Argentina e Irán. De “campéon”, el ex piquetero pasó a ser “ese gordo hijo de puta” que le “garcó fortunas”.
Khalil pidió esta semana que se investigue cómo llegaron las escuchas a los medios.
“Ahora me encuentro en el Hilton con Cristian, que está como delegado de Porcaro en el meganegocio”, comentaba Fernando Esteche, líder de Quebracho, a Khalil el 12 de mayo de 2012. Roberto Porcaro es un operador político del kirchnerismo. Escuchas posteriores muestran que la reunión se concretó y había en juego un negocio de 300 mil litros de combustible.
En aquel momento, Khalil se ilusionaba con las perspectivas de sus nuevos contactos. “Estamos jugando en primera”, decía, porque hacía negocios con Porcaro, que aparece mencionado en varias ocasiones pero siempre está representado por intermediarios. Porcaro está también vinculado con el trabajo electoral que realizó otro personaje clave en las escuchas, el supuesto espía inorgánico Allan Bogado.
Los negocios petroleros no se limitaban a la trama que describió el programa PPT en una investigación sobre D’Elía. “La construcción de un barco petrolero sale 22 millones de dólares y nos deja de ganancia de un millón por mes”, explicaba Khalil a uno de sus contactos el 3 de octubre de 2013.
Cuando prosperaban sus vínculos con el Gobierno y Khalil se comportaba como delegado de la embajada de Irán –donde realizaba visitas periódicas–, discutió el 14 de febrero de 2013 con Abdul Karim Paz, sheik de la mezquita de Flores, la posibilidad de una demanda legal –en busca de una indemnización millonaria– de la colectividad chiita local contra el Estado. Con este fin, pensaron incluso en reclamar la desclasificación de documentos reservados, algo que chocó con una fuerte negativa de “El Safir” –embajador, en árabe, se refiere al encargado de negocios de la embajada de Irán, Mohsen Baharvand.
En el pico de sus vínculos con el Gobierno, D’Elía le ofrecía a Khalil llevar al entonces senador Daniel Filmus o al diputado Andrés Larroque a la mezquita para un evento que terminó en escándalo, en marzo de 2013, por las expresiones sobre Israel y el apoyo que se expresó a Hezbollah. En paralelo, Khalil desarrollaba en las decenas de llamadas diarias que realizaba otros negocios no vinculados con el arreglo con Irán: venta de camionetas, contrataciones de jugadores de fútbol o la gestión de pagos de la agencia Télam para un amigo.
A pesar de que el momento más difícil llegaría con la denuncia de Nisman, las perspectivas de Khalil se vieron frustradas antes de que se desatara el escándalo. Primero, llegó la instrucción de tener un “perfil bajo” a mediados de 2013. Más tarde, confirmaría a sus contactos en 2014 que ya no trabajaba “para Irán”.
También hubo una fuerte ruptura con D’Elía. En una conversación del 6 de junio de 2013, Khalil decía sobre el ex piquetero: “El gordo es un hijo de puta, es el más hijo de puta que hay. Lo odio con alma y vida, me garcó fortunas”. Su interlocutor, Abdul Karim Paz, le pedía “buscar gente genuina”. Sin insultos o acusaciones, ambos lamentaban que “Fernando” (Esteche) también se “había borrado”, pero evaluaban que era “porque el Gobierno se lo dijo”.