Tienen la misma sangre, son muy parecidas físicamente, fueron víctimas de la misma tragedia pero están paradas en veredas opuestas.
Hermanas biológicas e hijas de desaparecidos, Victoria (33) y Eva Daniela Donda (35) crecieron en hogares distintos y recién se conocieron 23 años después. Y a pesar de un origen común, sus vivencias y opiniones sobre la lucha armada de los grupos de izquierda y el terrorismo de Estado en los '70 no podrían ser más contrapuestas.
"No puedo aceptar que se defienda a los represores. Quien cometió un delito se tiene que hacer cargo", sostiene Victoria. Eva, por su parte se distancia del pensamiento de su hermana: "Si se va a juzgar la violencia de los 70 tienen que estar en el banquillo todos. Esto sería memoria, verdad y justicia. Si no, es solo venganza y revancha".
Un doloroso pasado. Eva, de apenas dos años cuando sus padres fueron secuestrados en 1977, quedó a cargo en un primer momento de sus abuelos maternos hasta que a los 8 años fue a vivir con su tío el ex capitán Adolfo Donda Tigel, hoy uno de los imputados en la megacausa de la Escuela de Mecánica de la Armada, acusado de secuestro, tortura y desaparición forzada de personas.
Una de las 5.000 víctimas que pasaron por la ESMA fue María Hilda Pérez, “Corita”, su cuñada y madre de Eva que, estando secuestrada, fue llevada allí a parir a su segunda hija. La llamó Victoria, soñando con esa victoria que ella y su marido, José María Donda, buscaban alcanzar desde la militancia en Montoneros, pero apenas la pudo tener dos semanas en sus brazos.
Victoria fue entregada por el torturador Héctor Febres a otro marino y represor, Juan Antonio Azic, también involucrado en la causa de la ESMA.
Hasta el 3 de agosto de 2003, cuando la organización HIJOS la contactó con la sospecha de que podía ser hija de desaparecidos, Victoria fue criada por este suboficial de la Prefectura Naval y su mujer, sin conocer durante 23 años quiénes habían sido sus verdaderos padres, que aún continúan desaparecidos. Tampoco sabía que tenía una hermana.