Se equivocan quienes creen que los episodios violentos de estos últimos días (dirigidos o no) obedecen a la debilidad actual de Cristina, en realidad son el resultado de años y años de abusar del discurso setentista y sus aires revolucionarios.
Cuando Perón echó a los montoneros de la plaza, estaba marcando los límites de su partido. El peronismo no es un movimiento revolucionario, en el mejor de los casos levanta algunas reivindicaciones sociales para que el capitalismo funcione “mejor”.
De hecho, la llegada de Perón al gobierno en el 45, frenó el avance de ideologías más radicalizadas que, especialmente en los primitivos movimientos sindicales, tenían mucha fuerza. Los pobres le deben al General su dignidad; los ricos, el haber conservado casi intactos sus privilegios.
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