"No te hagas el vivo, que lo llamo a Tomada y te pudro los planes". El empleado de La Corte había pedido una reunión por un reclamo gremial y no supo qué contestar ante el rapto de furia y la exhibición de poder de su jefe, Pablo Monzoncillo, el dueño de la productora que más creció gracias a sus vínculos con el kirchnerismo.
"Conmigo no se jode", remató el empresario, para repetir que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, estaría de su lado y dejar en claro que tiene banca. El empleado que narró a NOTICIAS este episodio recordó que a un compañero lo habían echado sólo por votar en elecciones sindicales. Recordó también una misteriosa y sorpresiva visita: la que el ex vocero presidencial, Miguel Núñez, le hizo a Monzoncillo en agosto del año pasado, un mes antes de dejar su cargo junto a Cristina Fernández para reaparecer ahora como asesor de Néstor Kirchner en su despacho de la Cámara de Diputados. Entones el trabajador decidió acatar "y no joder", como le habían pedido.
El carácter recio que le adjudican a Monzoncillo le sirvió para que sus negocios crecieran con ritmo exponencial, a medida que se le abrían las puertas del poder. Pocos podrían haber imaginado que aquel editor veinteañero y laborioso que filmaba fiestas de 15 en Villa Lugano, se transformaría, a los 41 años, en el nuevo dueño de las estatizadas transmisiones del fñutbol del Gobierno K. ¿Cuál fue el secreto de su ascenso vertiginoso?
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