Eduardo Rufo, ex lugarteniente del fallecido Aníbal Gordon, quedó en los umbrales del juicio oral y público luego de que la Cámara Federal confirmase su procesamiento por delitos de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención Automotores Orletti, durante la última dictadura.
La Sala I del Tribunal ratificó lo resuelto en primera instancia por el juez federal Daniel Rafecas, en el marco de la causa en la que el magistrado investiga gravísimas violaciones a los derechos humanos en la órbita del Primer Cuerpo de Ejército.
En su resolución los camaristas Gabriel Cavallo y Eduardo Farah aludieron al "contundente cuadro probatorio colectado" por Rafecas en esta causa reabierta tras la derogación y declaración de "nulidad insalvable" de las leyes de obediencia debida y punto final.
Los informantes indicaron que ahora el magistrado "dará vista" (remitirá las actuaciones) al fiscal Federico Delgado y a las querellas para que requieran la elevación a juicio lo que, se estima, ocurrirá antes de fin de año.
Con el fallo de la Cámara, Rufo, ex agente civil de inteligencia de la SIDE, deberá permanecer detenido en la cárcel de Ezeiza, a la espera del juicio oral y público, acusado de 65 secuestros y torturas, seis de ellas culminadas en homicidios agravados por alevosía.
Entre los homicidios por los que está acusado Rufo se encuentra el de Marcelo Gelman, hijo del escritor y periodista Juan Gelman, por el que también está imputado Raúl Guglielminetti, alias "Mayor Gustavino"; y una media docena de ex jefes militares y de fuerzas de seguridad.
Crueldad sin límites. De acuerdo a las constancias del expediente los sobrevivientes indican a Rufo, alias "Zapato" o "Capitán", como "secuestrador e interrogador" en Orletti y como "uno de los lugartenientes" de Gordon, quien tenía a su cargo ese centro donde exhibía una foto de Adolfo Hitler en la cabecera de su oficina.
Automotores Orletti, que funcionó a partir de 1976 en lo que había sido un taller mecánico en el metropolitano barrio de Flores, es considerado uno de los centros clandestinos en los que se practicaban las torturas de mayor crueldad y ensañamiento y a los prisioneros de los "colgaba" de sus muñecas a ganchos en las paredes.
Las víctimas permanecían esposadas y encapuchadas, mientras los torturadores los subían y bajaban mediante una polea y roldana, haciendo que sus pies entraran en contacto con cables de electricidad mientras les arrojaban agua para agravar los tormentos que producían esas descargas.
Fuente: Télam