Mauricio Macri ya incorporó la mayor enseñanza que le dejó su primer año en la presidencia: gobernar la Ciudad de Buenos Aires no se parece demasiado a manejar la Nación. En su rol de alcalde, recién modificó el gabinete tras haber cumplido su segundo año en el cargo, pese a que existían internas feroces (larretistas vs. michettistas), ministros con ambiciones y agenda propia, y enormes dificultades para dar con el timing de la gestión porteña. Como presidente, en los últimos días corrió a dos funcionarios, incluido el ministro de Economía. Y a su vez dejó la puerta abierta para nuevos reemplazos. El congelamiento de la economía, sumado a una serie de problemas operativos, parió un cambio en el modelo de conducción interna: del siga siga a la mano dura.
El Presidente ayer buscó despejar dudas al respecto. Subrayó que él fue quien optó por echar a Alfonso Prat-Gay. “Nunca se sintió cómodo con el método que hemos organizado en el Gobierno. Y eso repercutía en el funcionamiento del equipo y por eso es que decidí el cambio”, explicó Macri desde Villa La Angostura, sin restarle optimismo a su tono zen.
Tanto ante la renuncia de Prat-Gay como frente a la de Isela Costantini en Aerolíneas Argentinas, el mensaje presidencial es el mismo: en el Gobierno no hay lugar para los superministros. Y Prat-Gay, sin orígenes en el PRO ni alineamiento pleno con la hegemonía marcospeñista, era el principal candidato para calzarse esa capa.
Sin planes políticos comparables a los de Prat-Gay, Costantini también chocó contra la misma columna del oficialismo: la encabezada por el jefe de Gabinete, Marcos Peña. Con su rechazo a facilitar el desembarco privilegiado de algunas aerolíneas privadas, Costantini se ganó la enemistad de la dupla de coordinadores y suerte de vicejefes de Peña, los ex CEO Mario Quintana y Gustavo Lopetegui.
“Ellos son mis ojos y mi inteligencia, y cuando ellos piden algo lo estoy pidiendo yo”, había dicho Macri días atrás, antes de la reciente tanda de despidos. Así, el lema sobre el trabajo en equipo tiene una traducción práctica hacia adentro del macrismo: desairar a los generales de Peña es la forma más rápida de quedar afuera del oficialismo.
Cambios. Hacia adelante, el propio Macri confirmó que el secretario de Obras Públicas, Daniel Chain, está al borde de la expulsión. Consultado sobre otros posibles reemplazos, el Presidente aseguró: “Si yo creo que una persona no está cumpliendo bien su tarea, no puedo no cambiarla”. Y agregó que a sus funcionarios les exigirá “mayor velocidad y capacidad de resolución”. Con sus respuestas francas, Macri aplicó la lógica de Cambiemos, según la cual casi no hay diferencias entre qué se dice en off y en on.
A diferencia de Prat-Gay y Costantini, Chain cuenta con el handicap de ser un PRO puro. Ex ejecutivo de Socma (la histórica empresa del Grupo Macri), Chain además fue ministro de Desarrollo Urbano porteño de punta a punta de la administración macrista. Sobre sus 12 ministros originales, ocho tuvieron esa misma continuidad. Un récord que difícilmente se vaya a repetir en la Nación.
“Hay un cambio de estilo obligado por una gestión totalmente distinta a la de Ciudad. El país es muy complicado de gobernar y requiere monitoreo y oxigenación permanente”, opina un asesor muy escuchado por el Presidente. Sin haber tenido roces con el dúo Quintana-Lopetegui (aunque sí con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio), a Chain se le achaca la demora en reactivar la obra pública.
La versión mano dura de Macri, sin embargo, no viene con cambio de rumbo incluido. El macrismo mantendrá su dirección de trazo grueso: un combo de políticas de shock, vistas desde la izquierda; o tibiamente graduales, para el gusto de la derecha. Aunque en 2017 se les agregará un matiz, a partir de la incorporación de Nicolás Dujovne como ministro de Hacienda. Según anticipan en Casa Rosada, Dujovne intentará bajar el déficit fiscal, eliminando áreas estatales que “se superpongan en sus funciones”. Un ensayo que, en el segundo año de Macri como presidente, convivirá tensamente con la necesidad de hacer un buen papel en las elecciones legislativas.