Hacer que su cuñado, el para-psicólogo Néstor Leonardo, baje los decibeles frente a la Justicia, y sobre todo la prensa, fue otro de los pasos que dio sobre la marcha el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, para evitar que un culebrón familiar se cuele en la causa que en el tercer piso de los tribunales de Comodoro Py se conoce como el “Watergate porteño”.
Esta semana el líder de PRO terminó de tallar en secreto la estrategia para menguar el avance de la mediática causa que llamativamente avanza a un acelerado ritmo, tiempos que condicen más con coyunturas políticas que con el típico andar de la Justicia.
Macri tomó conciencia de que la causa por espionaje ilegal podía estallarle en la cara cuando un ex comisario de su máxima confianza lo destrató frente a dos de sus principales funcionarios: “Mauricio, esto es política. ¿Qué pensabas que era? Vos aprendiste a andar en bicicleta en el balcón de un departamento”. La reunión donde el líder del PRO escuchó las críticas fue poco después de que el juez federal Norberto Oyarbide detuviera al espía todo terreno y funcionario porteño Ciro James.
La tardía estrategia que ya comenzó a tejer Macri tiene tres ejes: comunicacional, judicial y de oxigenación de Gabinete:
*El ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, dejará de salir a frenar las estocadas que lanza la prensa sobre el tema. Los escuderos del jefe de Gobierno en la Legislatura porteña, los legisladores Christian Ritondo y Martín Borrelli, ya no recibirán más letra para defender al Gobierno porteño sobre el caso de las escuchas. Con la menor exposición posible, será el propio Macri quien salga a la palestra.