En Estados Unidos la bautizaron como la campaña door to door (puerta a puerta) pero en la Ciudad la denominaron “timbreo”. A los demócratas los ayudó a ganar en 2008, a los republicanos del Tea Party les permitió crecer como espacio político. Y para estas elecciones, el PRO tomó la estrategia y la bautizó “Encontrarnos para dialogar”.
La iniciativa del PRO se inspira en los diseños de campaña de Barack Obama en Estados Unidos. El presidente buscó hace cinco años replicar el trabajo de base que había realizado como militante social en Chicago. Por ese entonces, competía en las internas demócratas contra la maquinaria electoral de Hillary Clinton, que contaba con más recursos económicos y voluntarios. “Para llegar a los votantes negros, el equipo de Obama hizo que los voluntarios visitaran a menudo las iglesias, las peluquerías y los salones de belleza”, relató el periodista David Remnick en el libro El puente, vida y ascenso de Barack Obama.
Macri lo hizo a su manera en la Ciudad: “La idea es sencilla: vos proponés el lugar e invitás a quienes quieran participar, y nosotros vamos con nuestros candidatos”, reza el flyer que se distribuye en redes sociales y en la calle. La iniciativa implica una reunión en la casa de un vecino con un mínimo de 15 personas a la que concurre un candidato o funcionario.
La idea partió del equipo de campaña que lidera el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta. Quienes la alentaron fueron Patricia Bullrich y el candidato a legislador porteño Juan Pablo Arenaza. Ambos habían comenzado con el método de contacto directo en 2011.
Ya hay 200 reuniones agendadas y sesenta candidatos listos para ir a los encuentros diarios, que se organizan entre las 19 y las 21. El 80% se realiza en casas de familia y Macri nunca participa, envía en su lugar a Gabriela Michetti y Diego Santilli (candidatos a senadores) así como Sergio “el Rabino” Bergman o al economista Federico Sturzenegger.
La metodología es similar en todos los encuentros: unos veinte minutos de exposición del candidato, cerca de una hora de preguntas y, finalmente, algún funcionario del barrio donde se realice la reunión toma nota de reclamos. En general, en el 90% de las charlas se habla de política nacional.
Si bien los resultados de estos encuentros aún son preliminares, en el macrismo apuntan que es un complemento de las clásicas mesas desplegadas en las esquinas, de los actos de campaña y de las inauguraciones de obras en el marco de la gestión.
Las charlas de té PRO se focalizan en la zona norte, en las comunas que recorren Avenida del Libertador (2, 14, 13) y varios barrios donde UNEN realizó una buena elección. Allí Bullrich, junto al ministro de Desarrollo Urbano, Daniel Chain, intentan “robar” para el PRO los votos de Alfonso Prat-Gay y los de Rodolfo Terragno para estirar la ventaja de Michetti en senadores y que Bergman gane cómodo en diputados ante Elisa Carrió.
También en el sur el legislador Cristian Ritondo apostó a timbreos, mesas, folletería y reuniones con vecinos. Es que en esas comunas el macrismo sacó casi la mitad de los votos del kirchnerismo. Por su lado, en los barrios que recorre la avenida Rivadavia, los radicales Hernán Lombardi y Silvana Giudici realizan reuniones en clubes de barrio. Buscan captar el voto progresista más duro, donde al macrismo le cuesta más crecer.
