“El nunca recula. Y si lo hace es para recalcular y volver a avanzar. Sabe lo que es el poder y lo usa”. En esos términos evaluó uno de los ministros del gabinete la reacción de Mauricio Macri ante lo que fue su semana más crítica desde que llegó a la cima del poder hace ya dos años. Es que lejos de replantearse si el camino elegido era el correcto, si la negociación con los gobernadores estuvo bien encaminada o si la reforma previsional era la mejor opción para reducir el déficit fiscal, el Presidente se mostró convencido de que era “algo que había que hacer” y ahora está dispuesto a seguir adelante sin cambiar el rumbo.
Así lo coincidieron en diálogo con PERFIL cinco personas que estuvieron con Macri en la última semana. Alguno incluso llegó a ver un síntoma de envalentonamiento, casi como si el triunfo legislativo fuese la luz verde para seguir ajustando (o normalizando las cuentas, según quien lo diga). Es que esta ley es sin dudas la más controvertida de las que viene impulsando el Gobierno. Por más que los jubilados sigan teniendo aumentos en 2018, con este cambio serán menores. Pero la consecuencia es lo que justifica lo que Macri sabe que le genera un costo político: unos 80 mil millones de pesos de ahorro.
Si estaba envalentonado, sin embargo, lo pudo disimular muy bien en la reunión de gabinete que lideró el martes, apenas un par de horas después de que Diputados aprobara la reforma. La postura que llevó allí a muchos les recordó a la que tuvo la primera reunión después de las elecciones, con la lógica de evitar los festejos y redoblar los esfuerzos.
Lo que hay que hacer. “El está convencido de que hizo lo correcto”, cuenta una de las fuentes. Y concluye: “Sabía que era un momento crucial, pero en ningún momento pensó en recular”. Otro funcionario coincide: “Hablé con él y lo vi tranquilo, como terminando un proceso que era inevitable transitarlo”. Este año, el Gobierno utilizó el slogan “Haciendo lo que hay que hacer” para los spots. Hoy ya parece una muletilla en el Gobierno para justificar cada medida antipática que toma.
Minutos después de la reunión de gabinete, Macri se juntó con un equipo reducido para definir los lineamientos del discurso a desarrollar en la conferencia de prensa. “Ya está, ahora hay que ir para adelante”, expresó Macri. Y planteó la necesidad de “condenar la violencia pero no pelearse con nadie”. No acusó a nadie, es cierto, pero dejó en claro que para el Gobierno la violencia fue “orquestada”.
Enemigos. “Mauricio disfruta de tener un enemigo definido, pelearse con alguien. Eso lo diferencia de otros, como Marcos (Peña), que son más reacios al conflicto”, apuntó otra fuente.
La frenética semana también sirvió, según apuntan en el Ejecutivo, para “ver lo que hay enfrente”. “En el kirchnerismo están dispuestos a todo, y vimos que pueden empezar a correr ciertos límites”, evalúan. Más de uno en Cambiemos está convencido de que detrás de los incidentes estaba la figura de Cristina Kirchner (ver aparte).
La autocrítica no suele ser pública en el Gobierno de Macri, y menos en el grupo de los hiperoptimistas que lidera Peña. En este caso, los acuerdos con la oposición y la estrategia comunicacional fueron los dos puntos más cuestionados. Alguno, no obstante, esboza un intento. “Siempre se puede mejorar y aprender”, dice uno. “Por supuesto, es un aprendizaje”, comenta otro. Pero las dos veces la frase continuó con un “pero”. “Pero sabíamos que esto no se iba a hacer sin costo”, sigue el primero. Y cierra: “No vimos venir la violencia, pero en todos los países estos debates son complicados y en algunos fracasan”. “No esperábamos salir sin ningún rasguño, pero si no lo hacíamos en dos años chocábamos”, agrega una tercera fuente.
El costo político de la reforma previsional es uno de los puntos que siguen con atención en la Rosada. “No sorprendería que los números caigan en el próximo mes”, anticipan. Dos funcionarios repitieron la misma respuesta, casi económica, a esta situación: “Se decidió invertir en esto”. “Macri es ingeniero, sabe que lo que pierde hoy, lo recupera mañana y que si no lo hace el futuro es más incierto”, razona un ministro.
Delarruismo. La comparación con Fernando de la Rúa fue la que más molestó en la Rosada, por eso más de uno salió a marcar las diferencias. “Macri entiende más de lo que muchos creen lo que es la política como herramienta para construir poder. Acá se vio una lucha por el poder que los radicales nunca aprendimos a dar. Este gobierno es distinto, tiene mucha determinación y carácter”, se confesó uno de los radicales más macristas. El propio Macri respondió al respecto el viernes en una entrevista por América: “Ellos han tenido y tienen ese tipo de sueño (que se retire en helicóptero de la Rosada como De la Rúa). Yo no los tengo. Vamos a terminar nuestro gobierno como corresponde y vamos a haber avanzado mucho en la línea de normalizar la Argentina”.
El fantasma de CFK. Intentan evitarlo públicamente, pero en el Gobierno hay funcionarios que repiten, hasta el punto de convencerse, que Cristina Kirchner está detrás de los incidentes que se vieron los últimos diez días en el Congreso. “Tenemos que tomar dimensión que a las resistencias normales se agrega todo lo que tiene que ver con la búsqueda desesperada del poder para no ir preso”, argumentó un ministro al analizar la actitud que tuvo el kirchnerismo durante todo el debate.
Incluso un gobernador del peronismo, en una de las tantas reuniones que se mantuvieron, hizo la misma interpretación ante sus interlocutores de Cambiemos. “Ustedes no entienden de lo que somos capaces los peronistas cuando nos sentimos acorralados”, aseveró. Son elucubraciones, interpretaciones, porque nadie tiene pruebas.