Michel Martelly fue investido como presidente y habló claro: asume el desafío de dirigir la reconstrucción del país con “respuestas concretas” a los problemas y promete rehacer la nación.
En su primer discurso como el mandatario 56 del país caribeño, Martelly pidió al pueblo tener confianza en él, así como en la superación de la patria.
Pese al optimismo y la esperanza que el nuevo presidente quiere incentivar en los haitianos, el contexto en el que toma el mando se torna cada vez más complejo.
El Gobierno entrante tiene la obligación de terminar con el estancamiento de muchos de los proyectos de reconstrucción y de los compromisos de la comunidad internacional, desconfiada desde 2010 por la indefinición política del país.
Martelly no sólo enfrentará conflictos que estén al alcance de sus manos; el Parlamento es dominado por la coalición oficialista Inite (Unidad), la plataforma política liderada por el saliente presidente René Preval y que tiene mayoría en ambas cámaras.
Una de las promesas con las que el mandatario abre su era es el mejoramiento de la educación “por medio de la escolaridad obligatoria”.
Tras rendir homenaje a los héroes de la patria con una ofrenda floral en el museo del Panteón Nacional, los actos continuaron frente al Palacio Nacional, el histórico edificio que quedó semiderruido en el terremoto de 2010 y que simboliza la destrucción causada por aquella catástrofe, en la que murieron más de 300 mil personas.
Martelly afirmó que combatirá al crimen con mano dura, para después afirmar que “para tener empleo hay que tener seguridad”. De esta manera pidió el fin de los secuestros, y advirtió a los delincuentes que “la justicia les va a castigar”.
La empobrecida isla cuenta con poco menos de 10 millones de habitantes, de los cuales la mitad vive con menos de dos dólares al día.
Es la primera vez en su historia que un presidente electo democráticamente, entrega el poder a un líder de la oposición que a su vez llegó al Gobierno mediante un proceso electoral.
Fuente: AFP.