POLITICA
Debate presidencial

Massa es más pillo, pero además se preparó mejor (durante años)

Massa dominó largamente el primer bloque del debate, cuando impuso las reglas y acorraló a Milei. Marcó así el tono del espectáculo. El segundo bloque las cosas se emparejaron. Pero el libertario nunca logró incomodar seriamente al ministro en medio de la angustia económica general. La casuística dice que quien gana el debate no necesariamente gana la elección. Patricia Bullrich, el ejemplo más reciente.

Debate presidencial x Balotaje
Debate presidencial x Balotaje | Agencia Na

Massa es más pillo que Milei, pero además, se preparó mejor. Durante años. El tono del debate es el que dejó el primer bloque, con un Massa poniendo a Milei contra las cuerdas, el volado de derecha de Bennie Briscoe sobre el mentón de Monzón, que miraba el reloj esperando que sonara la campana. Milei se mostró en ese pasaje desorientado, con sus emociones al límite del control, desahuciado frente a un Massa en versión killer. El segundo tramo del debate se equilibró y el costo fue para el espectáculo. Milei se animó a disputar el centro del ring y hasta colocó alguna mano certera, pero nunca le dio de lleno al punto débil de Massa: la crisis que nos ahoga. El show perdió la tensión y la idea de dramatismo. Massa ganó el debate, sin duda. Pero también lo había ganado Patricia Bullrich el 15 de octubre. La casuística nos dice que este resultado nada indica sobre lo que vendrá.

Massa ¿simulaba? una risa burlona mientras veía a Milei morder todos los anzuelos. Imaginen el rostro de un pescado fuera del agua. El libertario mostró su costado más amateur en la política cuando aceptó las reglas que le impuso Massa. Por naturaleza, un político nunca responde lo que le preguntan sin hacer un largo rodeo, mientras encuentra la manera de recuperar la iniciativa y devolver la gentileza. Que Milei lo ignorara en un debate, sorprende, o no tanto.

El punto más bajo del candidato de La Libertad Avanza fue durante el segmento en el que se discutió sobre economía, su especialidad. Milei debió afirmar cosas que probablemente hubiera querido evitar. “¿Sí o no?”, disparaba el ministro (de Economía) acerca de la eliminación de los subsidios, la privatización de Vaca Muerta, la dolarización o la liquidación del Banco Central.

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¿Quién ganó el debate presidencial entre Sergio Massa y Javier Milei?

Mandaba Massa. Milei trabajaba duramente por salir del aprieto, pero apenas si lo lograba. Tropezó mientras exponía sobre la pérdida de poder del salario que, dijo, “cayó un 33%”. “¡Sobre lo que ya habían perdido con Macri!”. El ingeniero y ex presidente, aliado incondicional (así lo dijo hace poco Milei) del candidato, no estaba presente en el auditorio de la Facultad de Derecho. En rigor, ninguna figura de relevancia de Juntos por el Cambio estaba ahí. En las últimas horas se habló (y se escribió) mucho sobre el malestar de un sector de LLA por la alianza con el macrismo y las responsabilidades de fiscalización asignadas a algunos de los miembros de su entorno. Una fuente libertaria, de acceso a Milei, lo confirmó este viernes a este cronista.

Massa metió el dedo allí y escarbó. Recordó las diferencias de Milei con su aliada Patricia Bullrich, cuando eran adversarios, hace días. Lo iba a hacer otras veces, con el ánimo de pegar a Milei con Macri y despegar él mismo del otro liderazgo que hegemonizó la política argentina de los últimos 20 años. “Esto no es entre Macri y Cristina. Ellos ya tuvieron su oportunidad. Esto es entre vos y yo, Javier”.

Milei acusó varias veces a Massa de mentir. Sin duda podría darse fe de que el ministro ha abusado de ese recurso a lo largo de su carrera. Podría decirse, piadosamente, que ha cambiado de opinión con frecuencia. “Si fueras Pinocho, ya me habrías pinchado”, dijo el candidato. En ese intercambio dieron vida (parecía de verdad que ignoraban que estaba muerta) a un personaje del pasado, que muchos de los electores de ambos apenas reconocerían: Margaret Thatcher. Fue mientras discutían por Malvinas, ese objeto de deseo argentino, cada vez más lejano, y las iniciativas inquietantes de la señora Mondino, eventual canciller de Milei. Saltaron a las relaciones con Brasil y China, de las que se discutió sobre todo quién mentía. Vuelo bajo para dos vínculos cruciales para el complejo exportador y el ingreso de dólares a la Argentina desde la producción manufacturera y el agro. “Los que te abandonaron hoy en este salón te llevaron a la crítica berreta”, dijo Massa, en una nueva alusión a Macri.

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Sergio Massa.

El ministro de Economía sorprendió con una denuncia. Reclamó a Milei que explicara el origen de “los departamentos, el dinero y las propiedades” que la familia de Milei tendría en los Estados Unidos. ¿Declarados? Pareció un carpetazo poco oportuno en medio del escándalo del espionaje que conmueve al kirchnerismo. Milei desmintió todo. Lo más cerca que estuvo Massa de llevar a escena el desequilibrio emocional de Milei fue con una pregunta cargada de malicia y podría decirse, insidia. “Contá por qué no te renovó el Banco Central la pasantía... Contalo, Javier”. Habrá que averiguar. O preguntarle más a fondo a Massa.

Milei logró llegar a Massa cuando apareció el tema Educación. El ministro volvió a jactarse de la creación de universidades en los gobiernos peronistas y prometió -ya lo había hecho- llevar al 8% el gasto en Educación. El libertario lo bajó a tierra con las cifras de deserción en el secundario, con que la pobreza alcanza a dos tercios de los chicos, que no se alimentan como debieran. “¿Vas a arancelar las universidades?”: la pregunta de Massa ya no tenía el mismo efecto.

Sigue siendo misterioso cómo Massa puede atravesar el incendio económico con su traje planchado. Milei, como se ha dicho, apenas lo inquietó con las consecuencias devastadoras que está teniendo una crisis cronificada, de la que la clase política no logra salir y para la que el libertario se presenta como alternativa.

Risas, cánticos y dirigentes escondidos: lo que no se vio del debate presidencial

El segundo tramo del debate perdió en intensidad. El segmento de Producción y Trabajo mostró a Massa más cerca que nunca de una agenda liberal, con propuesta de impuestos cero a los incrementales de exportación y las economías regionales, reforma tributaria, reducción de las cargas sociales y la impronta “nestorista”: superávit fiscal y comercial, reducción de los tipos de cambio y acumulación de reservas.

Ni siquiera entendés los números. Fracasé cuando te quise enseñar”, respondió un Milei algo más recompuesto. “Si hubieras pisado una empresa, no la de tus amigos, entenderías…”. Siguió un interesante intercambio sobre la relación de ambos con el mundo empresario, girado en torno a la figura de Eduardo Eurnekian, para quien -como se sabe- trabajó Milei durante varios años. “No tengo amigos empresarios”, se atrevió a decir Massa.

Hubo coincidencias en relación al tema inseguridad. Ambos hablaron de Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York y a quien se acercó Massa durante sus años de intendente en Tigre. Milei parecía ignorar el dato cuando lo mencionó al caracterizar la situación en la Argentina como “un baño de sangre”. “Prologó mi libro sobre el combate a la inseguridad”, le recordó Massa.

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Javier Milei.

“Resulta gracioso escucharte hablar de convivencia democrática”, dijo Milei durante ese capítulo. Improvisó una lista de escándalos del kirchnerismo: el pacto con Irán, la muerte del fiscal Nisman, los muertos en pandemia, el más reciente y polémico juicio a la Corte impulsado por el kirchnerismo más cerril y sobre el que Massa nunca se pronuncia apropiadamente. Tampoco esta vez.

El libertario se relajó. En un espacio de intervenciones en común, le pidió insólitamente a Massa que lo interrogara. “Te cedí la palabra”, repuso el ministro. “Y yo te la cedo a vos”. El debate languidecía.

Tuvimos un show. Massa -se ha dicho- mostró que es un profesional con años en la política, en la que ha ganado y ha tenido fracasos estrepitosos, como reconoció esta noche. Tuvo la fortuna de que sus adversarios hasta ahora no supieron cómo exponer frente a él el desastre de la economía que administra. La cuenta de los últimos meses de campaña y dinero fácil será difícil de levantar para el que llegue. Milei mostró sus limitaciones conocidas. Estuvo al borde de un quiebre emocional, pero logró salir. Hay que elegir. O no.