“Bánquennos hasta diciembre”, es la frase que más escuchan los empresarios que negocian con el equipo económico y desde donde, descuentan, se encuentran los principales alfiles que tendría el futuro gabinete si es que el actual ministro Sergio Massa se convierte en el próximo presidente de los argentinos en las elecciones del 19 de noviembre.
En el equipo económico descuentan ese escenario; lo dan por cierto aunque el propio Massa pide que sigan hasta el último minuto sin dar por ganado nada.
También hay que decir que en el establishment, a la hora de optar entre Massa y Milei, prefieren al primero. Aunque, siempre lo dicen en susurros. En este caso, para el mundo de los negocios, sienten que con el actual equipo “se puede conversar” y “acordar”; a los economistas libertarios los conocen poco y nada y menos aún al mismísimo timonel de ese espacio político.
Hay dos datos concretos: así como la inflación fue del 12,7% en septiembre según el Indec, Massa obtuvo 36,68% en las elecciones generales.
En el laberinto de incertidumbres económicas por venir, Massa “muñequea” la inflación de 2023, absolutamente encaminada a un piso de 190% anual, según las consultoras privadas. Pero su principal foco está puesto en que luego del 10 de diciembre la inercia inflacionaria se desacelere y eso sea visible en el primer trimestre. (Seguramente el mismo objetivo que, como ministro de Economía, tuvo a fines del año pasado).
Macri odia más a Massa que a Cristina y a los K
Por eso, para lograr la meta el ministro/candidato sabe que los acuerdos de precios que se reabrieron ahora y se renegocian con las principales empresas del país de alimentos y combustibles tendrán un rol decisivo.
El esquema al que apuntan es a cerrar una extensión de al menos 60 días (aunque preferentemente hasta fin de año) con subas mensuales que no superen el actual techo del 5%. Ese techo asoma cuestionado luego de la estrepitosa suba del dólar blue, ya en la zona de los 1.000 pesos y el impacto en todos los precios antes de las elecciones generales.
PERFIL viene advirtiendo sobre las dificultades actuales de continuar con la instrumentación de ese acuerdo al menos en el caso de las naftas. Ahora, las remarcaciones se extendieron a todos los rubros y golpean aún más a los bolsillos castigados de los salariados formales e informales.
Todo en un brutal combo de subas inflacionarias mensuales de dos dígitos que no parecen aflojar (ni haber afectado mortalmente al oficialismo, al menos en los comicios). Por ejemplo, el precio del pan aumentó un 25% desde ayer por el aumento de insumos, especialmente la harina. Para Economía la semana en la que se votó la inflación volvió a trepar y fue del 2,2% esa semana.
Largas filas por la escasez de combustibles en estaciones de servicio de todo el país
En este contexto, para Massa es clave la recta final hacia las urnas de los próximos días apuesta a los controles de precios y también a otorgar algún contralor a los firmantes: por ejemplo, luz verde en la fijación de precios de los productos premium. Es un esquema que, de hecho, rige hace muchos años en el mercado y al que el sector privado se acostumbró y, de hecho, incorporó.
De hecho en la larga lista de quejas empresariales no figuran; aunque sí el escaso acceso a dólares y la alta carga tributaria.
LT