La XXXVII cumbre presidencial del Mercosur de ayer en Asunción fue dominada por los temas coyunturales como la crisis de Honduras y la Gripe A (ambos impulsados por la Argentina), pero una vez más dejó al descubierto que sigue faltando muchísimo para concretar una verdadera integración regional. Nuevamente quedaron en evidencia los fuertes cortorcircuitos que existen entre los principales socios del Mercosur, Brasil, y Argentina por un lado, y sus socios minoritarios, Uruguay, y Paraguay, debido a las asimetrías comerciales y las trabas de ingresos a sus productos.
Así, fracasó como tantas veces el objetivo de avanzar en una consolidación de la Unión Aduanera, entre cuyos objetivos se destacan la Eliminación de Doble Cobro del Arancel Externo Común, y el Mecanismo de Distribución de la Renta Aduanera, por lo cual, en el acta final de los presidentes solo se exhorta a continuar los trabajos para su pronta implementación.
También quedó pendiente para una nueva reunión del Consejo del Mercado Común que reúne a los cancilleres de los países, poner en marcha el Parlamento del Mercosur (Parlasur) ante la falta de consenso en lo relativo al nivel de representatividad que tendrá en ese órgano político cada país.
En temas regionales, entonces, la Cumbre fue un fracaso y sólo la salva el aplazo general la unanimidad presidencial en torno a una enérgica condena al golpe de Honduras, y la decisión de aunar esfuerzos para combatir la Gripe A, y sobre todo para garantizar el acceso en cuanto a costos y distribución de una eventual vacuna para enfrentar el virus. O sea, que los países más desarrollados no tengan prioridad y dejen excluídos a los países emergentes. Vaya paradoja, lo mismo que piden los socios menores del Mercosur, que nunca se concreta.
Fuente: DYN