Nada aburre más a un egipcio que una momia. Aquí pasa con el candidato. Salen de almácigo. Se propagan. Ocupan palcos. Echan fuego por la boca. Prometen oro y moro. Toman al pueblo a la chacota. El candidato, como el dinosaurio, es nuestro animal espejo. Somos el país con más yacimientos de candidatos y el próximo domingo (bajo pena legal) deberemos apersonarnos y votar por alguno.
Nadie saltará de la cama impaciente y feliz. Lo tenemos por un chiste malo pero acudiremos igual. Nadie en su sano juicio toma este acto electoral como cierto. Pero va lo mismo. Es un trucaje aceptado. Sin erótica ni suspenso ni premio. Un contrato moral entre tahures activos y pasivos. El dinosaurio ha impreso su nombre (en negro) en papeletas (blancas). Es un falsario neto. Un “sabanero” que eligió en cada caso el Dedo Mayor de la banda de turno.
Nos toca a los pasivos ser argentinos ordenaditos. Agachar la cabeza, mascullar la bronca, completar la simulación y aceptarla como genuina. El delirante acto cívico circense elaborolo a su antojo (y gambeteando a la ley) la afiebrada sesera del dinosaurio mayor del reino. Por su capricho millones de personas se aprestan a ser electores (ja,ja,ja) y a cumplir mudos como monaguillos la formal ceremonia de votar.
Llevar “el documento”, sumarse callado a la cola, entrar al cuarto “oscuro” (sic), meter papeleta en sobre y urna, e irse escuchando en la radio que “la histórica jornada se desenvuelve con patriótica normalidad”. Tal vez lo fuese si en lugar de baqueteados nombres, las boletas trajesen la lista de lo actuado. Por caso, que la de Kirchner viniera con su preciado “acting”: aumento de pobreza, indigencia y mortalidad infantil, milloncejos de Santa Cruz no devueltos todavía, Skanska, Southern Winds, Antonini Wilson, bolsa de Micheli en el baño, “licitaciones” De Vido, tierras del Calafate a 7 u$s/m2, ¨proclamado¨ tren bala, intereses altísimos pagados a Chavez, incordio con el campo, planes para deptos., autos, bicis, calefones, etc, truchaje del Indec, imprevisión ante el dengue, listas testimoniales, dineros públicos derivados a propaganda de campaña y un etcétera in crescendo.
Si esta higiénica iniciativa K., fuera seguida por todos los que confronten el domingo, otro gallo cantaría. En tanto, hay lo que hay: dinosaurio pisando fuerte la inocencia de la gente. Que critica el pasado que ayudó a degradar y vende cambiado el presente que degradó. Se nota que la elección no lo deja dormir. K. se dio a besar niños para el Guinness y a vocalizar como cantor de boleros. Hasta habilitó ramales cortos de trenes con vagones sin asientos. K. está que trina. Lo humano le es extraño. No se preparó para perder.
(*) Especial para Perfil.com