La virtual candidatura presidencial de Roberto Lavagna agregó un elemento ausente hasta hoy en el escenario político. En lo económico, Lavagna es un candidato que, lejos de un nuevo “fundacionalismo”, encarna la continuidad de los aspectos virtuosos del actual modelo económico y la corrección de sus viejos vicios y más recientes desvíos.
En lo político, el ex ministro de Economía podría ser la figura que lidere una nueva renovación del peronismo. El desafío no es sencillo: la primera renovación se gestó con un justicialismo lejos del poder y luego de la derrota electoral del año 1983. Hoy, una parte del peronismo gobierna con posibilidades ciertas de triunfo el próximo año.
Lavagna, Sobisch y Macri se disputan los restos dispersos del peronismo no kirchnerista. De los tres candidatos, el único con verdaderas credenciales justicialistas es Lavagna. Para desvelo del Presidente, que sueña con enfrentar a un típico centroderecha permeable a los eslóganes antinoventistas, Lavagna conserva buenas chances.
La construcción política no será ajena a su posicionamiento ideológico. Existen dos paradigmas políticos en pugna que cruzan transversalmente al centroizquierda y al centroderecha latinoamericanos. El paradigma “populista”, cuyo caso emblemático es Hugo Chávez, suele estar asociado a un método de construcción política a partir de los antagonismos, cuyo poder no admite límites estrechos, y que representa un modelo vulnerador de los principios de respeto a los contratos y libertad de mercados. En la otra vereda se encuentra el paradigma “modernista”, cuyo caso emblemático es el Chile de Lagos y Bachelet. No es en el cuadrante “izquierda-derecha” donde Lavagna librará su batalla, es en el cuadrante “modernismo-populismo” en donde quiere (y debe) instalar el debate.
De allí al modelo económico de Lavagna hay sólo un paso. La anacrónica consigna agitada el pasado 17 de octubre, “ni yanquis, ni marxistas...¡pero-nistas!” tendrá –en un eventual triunfo electoral de Roberto Lavagna– una versión totalmente aggiornada a los nuevos tiempos: “Ni liberales, ni dirigistas...¡lavagnistas!”.
* Economista