“Abrir puerta de vidrio del ascensor privado (girar la trabita). Prender el handy. Abrir despacho de Nisman. Dentro del despacho: prender las dos luces; abrir cajones del escritorio con las dos llaves negras. Las llavecitas se dejan puestas en los cajones durante el día. Prender la zapatilla del escritorio. Prender el velador del escritorio (solo el día que viene)”.
El fiscal Alberto Nisman era un adepto al control, los detalles y la planificación. A cinco años de su muerte, PERFIL buscó reconstruir su rutina de trabajo, aquel que de acuerdo con sus allegados y familiares lo llevó a la muerte. El acceso a las agendas de sus secretarias en la UFI AMIA, en poder de la Justicia, y los testimonios de algunos de sus colaboradores más cercanos permiten recordar una de las facetas del hombre detrás del héroe y del villano.
Su muerte dudosa parece no encajar en ninguna hipótesis. Las pericias contrapuestas no terminan de encontrar una explicación acabada sobre cómo murió Nisman: suicidio, homicidio, suicidio inducido.
La pericia psicológica encargada al Cuerpo Médico Forense en 2016 no pudo concluir sobre la personalidad de Nisman o supuestas tendencias suicidas, según el informe que consta en el expediente. Pero las pericias tampoco logran demostrar la presencia de extraños fáctica en la escena de la muerte.
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Las agendas a las que accedió PERFIL incluyen los instructivos de sus secretarias para recibir a Nisman en la unidad fiscal; cómo pasarle llamadas; cómo comunicarse con él; qué comía y qué bebía. Describen a un hombre obsesivo, con manías por el orden, meticuloso y sobreexigente.
“La clave de la PC es ----, se pone dos veces. Cuando se prenda abrir el Google Chrome. Buscar Radio Fox (radio en inglés) y 105.5 (música). Hay que abrir los reproductores en vivo de los dos pero solo dejar sonando una”.
Nisman solo tomaba agua baja en sodio, de acuerdo con las agendas. Además, ante cualquier problema de salud que tuviera, consultaba a sus médicos y era “aprensivo”, confirman dos personas que trabajaron a su lado durante años.
Siempre debía tener a mano una manzana roja, pero se reservaba dos gustos: barritas de chocolate Aguila y caramelos Sugus Max. “Siempre que llega Nisman hay que traerle una copa de agua”. “Nisman toma agua Glaciar solamente”. “A los secretarios de la fiscalía también les servimos copas de agua, pero es agua del dispenser”.
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Le preparaban religiosamente un resumen con resalte amarillo en las noticias que le interesaban: AMIA, Irán, Hezbollah, “atentados importantes”, derecho penal. Se imprimían tres copias. “Pongo las noticias sin foto (a menos que tengan foto de él)”, dicen las instrucciones entre secretarias.
“Era un hombre complejo y difícil, pero no imposible”, recuerda uno de sus colaboradores. Quienes hablaron sobre Nisman pidieron no ser identificados.
Uno de sus colaboradores más cercanos recuerda otra característica. Lo que mejor retrataba a Nisman era la velocidad. “Pensaba más rápido, hablaba más rápido, caminaba más rápido, se movía más rápido que el común de nosotros. Para él, el mundo parecía ir en cámara lenta”.
Nisman capacitaba al personal de la fiscalía, unas cuarenta personas en esa época, para que todo funcionara a su manera, recuerdan algunos de los consultados, a cinco años de su muerte.
“Calculador”. “Individualista”. “No era un hombre querido”, recuerdan colegas y personas cercanas en el Ministerio Público Fiscal.
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Trabajaba mucho, pero no siempre en la fiscalía. Además, viajaba. “Cuando Nisman se va de viaje le preparamos una carpeta”. “La carpeta se hace en letra Arial 10 y usamos las tablas de Word. Las carpetas son siempre iguales, pedir ver un modelo de carpeta y seguirlo”.
Cuando no estaba, llamaba insistentemente a los colaboradores que se encontraban trabajando en el proyecto que lo ocupaba en ese momento. Enviaba mails de trabajo en la madrugada, feriados, fines de semana.
Su fiscalía tenía personal paralelo. Diego Lagomarsino, el técnico informático que trabajaba directamente para Nisman, declaró que debía entregarle en efectivo la mitad de su salario al fiscal, todos los meses. Lagomarsino está procesado como partícipe necesario en la muerte de Nisman por haberle entregado el arma que terminó con su vida.
El informático también es cotitular de una cuenta bancaria no declarada por el fiscal en Estados Unidos.
Sus secretarias tenían un procedimiento para las llamadas. Siempre el que esperaba en línea es el que tenía cargo más bajo. “Entonces en cualquiera de los casos, NUNCA dejamos a Nisman en línea sino a la otra persona, SALVO que sea un embajador o alguien de más cargo que Nisman”.
“Siempre que viene Nisman los choferes nos avisan cuando está subiendo, y cuando se está yendo nosotras les avisamos que está bajando”.
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Enero 2015. ¿Qué movió a Nisman a presentar su denuncia de manera vertiginosa? ¿Qué dice la causa AMIA sobre Nisman?
De la mano de la Secretaría de Inteligencia y del entonces director de Operaciones, Jaime Stiuso, Nisman sostuvo desde que había asumido el mando de la fiscalía, en 2004, que miembros y ex miembros del gobierno de Irán habían ordenado el atentado a la AMIA, ejecutado luego por Hezbollah.
En diálogo con PERFIL, algunos de sus colaboradores explicaron que Nisman creía que el Memorándum con Irán apuntaba no solo a hacer caer los pedidos de captura internacional de los iraníes sino a que la investigación del atentado diera un giro de 180 grados. Que a instancias de la Comisión de Juristas extranjeros que analizarían la causa judicial, aparecería una nueva pista y nuevos supuestos responsables. Todo su trabajo de entre 2004 y 2015 dejaría de tener sentido. La pista iraní se caería por completo.
En 2014, el memorándum fue declarado inconstitucional. Ya nada de eso podría suceder.
Sus secretarias le entregaban también una lista diaria de la sección del Boletín Oficial referida a designaciones de jueces, fiscales, defensores, embajadores. “También sacamos si salen concursos que tengan que ver con la Justicia”. Hacía un seguimiento pormenorizado de las ternas de jueces y fiscales a cubrir. Se lo mandaban por mail. El último es del 5 de diciembre de 2014.
Su entonces jefa, Alejandra Gils Carbó, siempre negó que Nisman fuera a ser desplazado de la UFI AMIA.
Según las agendas de sus secretarias, Nisman modificó su pasaje de regreso a Europa (el viaje que había suspendido para volver y hacer la denuncia). Lo hizo al día siguiente de regresar al país. “El último trayecto (Buenos Aires-París) fue modificado por él el día 13 de enero y quedó trasladado al día 30 de diciembre de 2015 (último día disponible para la emisión del pasaje)”.