En una extensa columna de opinión (How Argentina ‘Suicides’ the Truth) sobre la muerte del fiscal Alberto Nisman, The New York Times asegura que si pregunta a un habitante de la ciudad de Buenos Aires si el fiscal fue asesinado o si se quitó la vida, todos estarán de acuerdo con que Nisman fue “suicidado” y que el fiscal fue la última víctima de un “oscuro poder” que expulsa “cuerpos muertos” en una “nación dividida”.
El prestigioso diario opina que “los suicidios” políticos “son tan comunes” históricamente, en Argentina, que “esta palabra fue inventada por ellos”. A su vez, establece una conexión con el “suicidio” de Juan Duarte, en 1953, quien estaba envuelto en un caso de corrupción.
El hermano mayor de Eva Duarte de Perón apareció muerto unos días después de renunciar a su cargo de secretario privado de Juan Domingo Perón. Duarte como Nisman fue encontrado “con una bala en la cabeza”, explica.
Otro de los casos que rescata como un “aparente suicidio” es la muerte del prefecto Héctor Febrés, que estaba detenido por crímenes de lesa humanidad, en 2007. Febrés apareció muerto y la jueza Arroyo Salgado, exesposa del fallecido fiscal Nisman, autorizó una autopsia que determinó que había sido envenenado.
Luego agrega “a veces una muerte no es demasiado para tapar la corrupción y la criminalidad de un turbio establisment argentino” y que es un invisible “mecanismo” que silencia “problemáticos testigos”.
“Nisman murió. O fue suicidado”, evalúa. No obstante, “su muerte viste de una asombrosa estupefacción como el caso del expresidente Kennedy” concluye.