Mientras era escoltado con las manos esposadas hacia un móvil de la Policía Federal, a Juan José Zanola, titular del gremio La Bancaria, se le cruzó por la cabeza aquella frase que pronunció en septiembre, durante una conferencia de prensa: "No tengo miedo a ir preso", sentenció en esa oportunidad, creyendo que esa pesadilla, a la que decía no temerle, jamás podía hacerse realidad.
En octubre, cuando debió pagar 3 millones de pesos para no dormir tras las rejas, ese miedo volvió a hacerse presente. Pero Zanola, un eterno caminante de los pasillos del poder, no creyó posible su detención; sus contactos con el poder político eran una suerte de amalgama que lo hacían indemne a los embates de la Justicia. Hoy, por orden del juez Oyarbide, está preso en la causa que investiga la venta ilegal de medicamentos adulterados; algo que ni el dinero, ni el poder pudieron evitar.
Amigo del poder. "Soy un soldado de Menem", fue una de las frases que el bancario, de 75 años, llegó a pronunciar durante la década del '90. Su cercanía con el caudillo riojano era inocultable. Zanola ocupaba un asiento privilegiado en cada reunión del peronismo nacional, sentado junto a gobernadores como Adolfo Rodríguez Saá, de San Luis, o Gildo Insfrán, de Formosa; y posaba sonriente en actos acompañando a Adelina Dalessio de Viola, icono de la cultura menemista.
Transitó con menos comodidad las gestiones de De la Rúa y Duhalde, hasta que volvió a la primera plana del poder en 2005 cuando se sujetó a la mano de Néstor Kirchner. A partir de allí, se convirtió en un aliado incondicional del matrimonio presidencial, a punto tal que organizó un acto en apoyo a la candidatura de CFK en 2007. También es público el lazo que lo une a Hugo Moyano, todopoderoso titular de la CGT, con quien comparten una enemiga en común, la ex ministra de Salud, Graciela Ocaña, una de las denunciantes en la causa del remediogate.
Un sindicalista familiero y fanático de Huracán. Titular indefinido del gremio de los bancarios desde 1983, cuando ganó la interna con un 70% de los v otos, Zanola es un fanático hincha de Huracán. Su carnet marca que es el socio activo nº 0680 de la institución quemera, de la cual fue presidente entre 1988 hasta 1991. Quienes lo conocen, afirman que mantiene intacta su influencia en el club, a punto tal de que durante el allanamiento al policlínico bancario, el 11 de septiembre de 2009, algunos denunciaron la presencia de barras del Globo en el edificio.
Poco se sabe de la vida de este sindicalista, fumador empedernido, que siempre tiene cuatro atados de Derby suave cerrados sobre su escritorio. Es conocido que cuando no está haciendo política gremial, disfruta los fines de semana en su casa de Villa Lugano, donde tiene una pileta, y que la única regla en la mesa es que no se habla de trabajo, ni se mira televisión, salvo, claro está, que juegue Huracán, el club de sus amores donde una caricatura suya adorna el comedor. " Bueno muchachos, ahora soy yo quien tiene la pelota", dice el dibujo.
Para su desgracia, hoy la pelota no la tiene él, sino la Justicia.