POLITICA

Periodista de Tecnópolis le agradece a CFK una vida "más austera, pero más verdadera"

Ingrid Proietto se reconoce como exanti Cristina y le dedicó una peculiar carta. En los 90, tenía casa, auto y viajaba; ahora no.

La periodista le dijo que a Cristina que le parecía "soberbia y me fijaba en tu maquillaje y carteras".
| Captura.

Con motivo de su cumpleaños 62, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner recibió regalos, llamados telefónicos y un libro que contenía cartas de los trabajadores de Tecnópolis. Sin embargo, la periodista del sitio web de Tecnópolis Ingrid Proietto le dedicó una misiva que causó especial polémica en las redes sociales.

En la misma, Proietto, que se reconoce como “exultra anti re contra híper chequeada anti Cristina”, le agradece a la Presidenta haber dejado atrás “la vida burguesa de mucha comodidad y excesos” de la etapa menemista. En esa analogía, la cronista acepta que “ya no gano en dólares, ni tengo casa con pileta y todavía no llego al 0 km”, pero “dejé de ver chiquitos comiendo basura”.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

“Vivo con menos frivolidad, pero con más alegría”, le dedica Proietto en otro tramo del mensaje. 

A continuación la carta completa: 

Querida Cristina:

Es la primera vez que le escribo una carta a un político y nunca pensé que iba a poder poner "querida" en el encabezamiento. ¡Ciencia ficción! Si son todos iguales. Si quería que se fueran todos y no quede ni uno solo.

Quería aprovechar esta oportunidad, la de tu cumpleaños, para contarte que, a diferencia de tantísimos argentinos,a mi no me va mejor en esta década. Si para hablar de éxito tenemos que limitarnos al dinero y los valores materiales que acumulamos, yo en estos años acumulé poco.

En la década menemista me pude comprar una casa enorme (que tuve que devolver tras la crisis del 2001).Tenía auto O Km que renovaba cada dos años. Viajé muchísimo. Conocí Europa, el Caribe, y me cansé de comprar perfumes importados en el free shop cuando volvía de Miami (que era como ir al shopping _qué palabra más horrible shopping-). Durante esa, la otra década, tenía empleada con cama. Una paraguaya que se sacrificaba en la Argentina para que su hija pudiera estudiar en Asunción. No veía nunca a su hija pero le podía mandar dólares. Eran tiempos del uno a uno. Por poco que les pagáramos y por más en negro que las tuviéramos, a las peruanas y paraguayas les "convenía "esclavizarse en casas de familia. Claro, si convenir significa tener más dólares y menos sueños.

Pero desde esa vida burguesa de mucha comodidad y excesos a veces miraba a través de mi ventana llena de rejas. ¿Y sabés que veía? Chiquitos de la edad de mis hijos (seis y nueve años en esa época) comiendo basura. Basura, no sobras. Al principio no toleraba la posibilidad de separarles las sobras, pero cuando vi que igual se comían la basura empecé a separar los residuos de mi casa. En el auto llevaba alfajores y turrones porque los chicos en las esquinas no me pedían plata, me pedían algo para comer. Yo lo viví, nadie me lo contó.

En estos años, donde ya no gano en dólares, ni tengo casa con pileta y todavía no llego al 0 km, dejé de ver chiquitos comiendo basura. Veo muchos cartoneros, muchas personas que todavía tienen que revisar mis deshechos para sobrevivir, pero no los veo comiendo basura. Y hasta a veces, por una parada que hay cerca de Cromañón, los veo haciéndose el fueguito para el asado. Antes comían basura y ahora, mientras la revisan, se preparan un chori.

Y yo celebro eso. Vivo con menos frivolidad, pero con más alegría. Porque nadie que sea consciente de que para tener más, tantos tengan que tener tanto menos que necesiten comer basura, puede ser feliz. Y yo quiero ser feliz. No me interesa ninguna otra fortuna que resigne esa posibilidad. 
Por eso te quiero. Y lo quiero a Néstor.

Y mirá que fui ultra anti re contra híper chequeada anti Cristina. Me creía todas las cosas que decía Clarín de vos (aunque como soy periodista ya no creía en nada de lo que decía Clarín). Me parecías soberbia y me fijaba en tu maquillaje y carteras. Y sí, siempre fui un poco pelotuda y los medios no perdonan eso, donde te encuentran una rendija de boludez, te hunden. Somos muy vulnerables a la verdad de los medios. Pero un día vi a gente que siempre me pareció obscena marchando a favor del campo. Y otro día alguien me pidió que firme una carta a favor de la ley de medios. Le dije que no porque no estaba de acuerdo. Me preguntó con qué no estaba de acuerdo y me invitó a leer la ley. Me tomé el trabajo de leerla con un amigo. Ahí me di cuenta de la mentira y dije: "¿si me mienten en esto, en qué no me mienten?". Y empecé a militar por la ley de medios. Militar, ni idea de lo que significaba esa palabra porque los que nacimos a la vida del trabajo durante el menemismo (es decir los que tuvimos suerte de tener trabajo en esa época) lo único que aprendimos fue a invertir en canasta de monedas, a dejar que las cosas pasen porque los políticos son todos iguales y que se vayan todos mientras a mi no me toquen.

Yo le agradezco a Néstor y a vos por esta vida de hoy. Mucho más austera, pero increíblemente más verdadera y conmovedora. Todavía no tengo auto pero si tuviera sé que no tendría que llevar alfajores en la guantera para sentir menos culpa a cada esquina.

Y por eso te deseo feliz cumpleaños. ¡Primera vez que le deseo feliz cumpleaños a un político! ¡Qué emoción!