Un vuelo sospechoso, un avión privado desaparecido tras la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, bolsos y empresarios K. Una nueva historia se sumará a la causa del Lázarogate tras la feria judicial, que gira en torno a un avión: un Lear Jet, modelo 25D, matrícula LV-BZC. Pertenecía a tres empresarios kirchneristas, uno de ellos es Carlos Robustiano Gauna, ex funcionario de El Calafate y amigo de Néstor, ex esposo de Liliana Korenfeld, actual superintendenta de Servicios de Salud.
Gauna y otros dos empresarios K compraron el jet para fundar una compañía aérea en El Calafate. El principal negocio era transportar personal y materiales de mineras a Santa Cruz. Gauna también buscaba instalar un depósito fiscal en esa ciudad.
Pero los socios se pelearon y uno de ellos inició acciones legales contra Gauna y Julián de Escurra, acusándolos de haber robado el Lear Jet. En dicho expediente, en la Justicia de San Fernando, el socio denunciante y los pilotos dejaron testimonios llamativos.
La diputada Graciela Ocaña enviará al fiscal federal Guillermo Marijuán copia de la causa de San Fernando, donde consta la declaración del piloto, y presentará un pedido para que se investigue el último vuelo de ese avión. El 14 de noviembre de 2010, dos semanas después de la muerte de Kirchner, el avión desapareció. El día de la muerte del ex mandatario, el jet había llevado a sus dueños a El Calafate para despedir a Kirchner. Pero el 14 realizó un último vuelo, según consta en la causa: salió a las 14.13 de San Fernando con dos pasajeros de unos 35 años, y dos bolsos cada uno. Ese vuelo no fue piloteado por el piloto de la nave, sino por otro: Martín Arcidíacono, quien declaró los detalles del vuelo en la causa. Una vez en Uruguay, el piloto debió viajar en un vuelo de línea de regreso a Buenos Aires. Regresó luego por orden de uno de los dueños para volarlo hacia Florida. La orden fue dejarlo en Fort Lauderdale, entregar las llaves y volver.
Ocaña quiere que la Justicia investigue quiénes son los dos pasajeros. Sospecha de ese vuelo porque la supuesta operatoria “resultaría similar a la realizada por Leonardo Fariña y Federico Elaskar”, del caso Báez y los famosos bolsos de dinero. Los pasajeros de este jet podían volar sin dejar rastros. Lo admitieron los pilotos y lo confirma un periodista cordobés que viajó con los dueños del avión, el día de la muerte de Kirchner, rumbo a El Calafate: “En los aeropuertos de El Calafate y San Fernando nadie nos pidió los nombres o documentos”.