POLITICA

Piña: "Ahora a la Presidenta no le ha quedado otra que ser diplomática"

El obispo emérito de Puerto Iguazú, compartió con Su Santidad las aulas del Colegio Máximo de San Miguel. En 2006 venció al kirchnerismo.

Obispo. Joaquín Piña frenó en Misiones el primer intento de reelección indefinida de un gobernador K.
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Los muros del colegio Máximo de San Miguel guardan en secreto los debates que había en los recreos sobre los alcances del Concilio Vaticano II y la entonces llamativa Teología de la Liberación, esa nueva corriente que nacía en el seno de la Iglesia Católica latinoamericana. Fue a fines de los años 60 y entre aquellos estudiantes de filosofía y teología se encontraban dos jóvenes sacerdotes jesuitas: Jorge Bergoglio y el catalán Joaquín Piña y Batlevell.

Años más tarde, debieron transitar en medio de golpes de Estado. Bergoglio bajo la dictadura de Rafael Videla, y Piña en la de Alfredo Stroessner, en Paraguay. En 2006, siendo ambos obispos, se encontraron para conmemorar los 30 años de la muerte del obispo Enrique Angelelli. Después de la misa, los dos jesuitas se unieron para frenar las reelecciones indefinidas en los mandatos a gobernadores que auspiciaba el presidente Néstor Kirchner. Aquel día fue el inicio de la primera derrota electoral del kirchnerismo desde que llegó a la Casa Rosada. Hoy Piña recuerda aquella reunión con quien hoy es el papa Francisco.

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— Además de ser su amigo, Bergoglio es jesuita como usted. ¿Cómo vivió la llegada de él al papado?

— Además de ser jesuita es un argentino. Claro, lo he vivido con mucha alegría. Nosotros los jesuitas no tenemos aspiraciones para cargos importantes, a San Ignacio eso era algo que no le gustaba, no quería que seamos obispos, ni cardenales, ni nada, estamos para evangelizar: esa es nuestra misión.

— ¿Cree que su amigo deberá enfrentar una tarea difícil?

— Ya he dicho que es el hombre que la Iglesia necesita para estos tiempos difíciles. Tiene mucho carácter y convicciones muy fuertes, y hemos visto cómo las ha puesto de manifiesto en Buenos Aires cuando se enfrentó a varios problemas.

— ¿Usted estudió algunos años con el nuevo Papa?

-  Hemos estudiado juntos en San Miguel, cuando él estaba en filosofía yo estaba en teología. Nos conocimos, nos cruzamos, pero no más que eso en aquel tiempo.

— La primera derrota electoral del kirchnerismo fue en Misiones en 2006 cuando usted se enfrentó a la Casa Rosada. ¿Le pidió permiso a Bergoglio?

— Me ha dado su apoyo y estoy muy agradecido, no me ha hecho falta pedirle permiso. Los dos sabíamos qué había que hacer y lo hicimos. Le cuento una anécdota. El 4 de agosto de 2006 se cumplieron 30 años de la muerte del obispo Enrique Angelelli, entonces los obispos nos habíamos puesto de acuerdo para encontrarnos en La Rioja y hacer una homilía. Y yo había llegado casi sobre la hora, cuando entro a la Catedral de La Rioja entro por la sacristía, entonces Bergoglio, que ahora es Francisco, estaba por iniciar la misa y cuando me ve entrar vino y me recibió con un abrazo. Fue ahí cuando me dijo: “Piña, adelante. Estamos contigo”. A partir de aquel momento yo sentí todo el apoyo. Después nos reunimos.

— ¿Qué opina de los enfrentamientos que tuvo Bergoglio con el Gobierno?

— Yo lo que siempre digo es que si queremos ser fieles al evangelio de Jesús debemos decir las cosas como son. Bergoglio siempre decía las cosas y claramente eso al Gobierno no le gustaba. A ningún gobierno le gusta que se hable de que hay pobreza y corrupción. A Jesús no lo mataron porque era bueno y hacía milagros, lo mataron porque decía las cosas que a los que gobernaban en aquel momento no les gustaba. Ahora a la Presidenta no le ha quedado otra que ser más diplomática, en otro momento no lo ha sido tanto.

— ¿Cree que los jesuitas suelen tener una relación difícil con los poderes de turno?

—Los jesuitas siempre hemos estado en la frontera de la fe y de las luchas sociales, es lo que nos dejó San Ignacio, su legado. Somos así, estamos del lado de la verdad. El nombre de Francisco es muy significativo. Esto hacía falta.

— En uno de sus libros, usted dijo que si Jesús naciera hoy sería periodista. ¿Sigue pensando lo mismo?

— Yo estoy convencido que el cuarto poder es a la larga más fuerte que el primero, el segundo y el tercero. Yo he sido misionero en Paraguay bajo el reino del dictador Stroessner, y se le terminó cuando la prensa comenzó a denunciar lo que pasaba. Hablamos del periodismo honesto. Por eso el poder siempre busca tener medios amigos o comprarlos.