El escritor Franz Kafka y la ciudad de Praga son imposibles de separar. “Esta madrecita tiene garras”, escribió Kafka sobre la urbe, donde hoy se venden camisetas con inscripciones como: “Yo tomé cerveza con Kafka”.
El escritor, del que el 3 de julio se cumplen 130 años de su nacimiento (1883-1924), pasó su corta vida casi por completo en la metrópolis del turismo junto al río Moldava. Hoy forma parte de cualquier recorrido por la ciudad. Es casi imposible pasear por sus calles llenas de turistas sin toparse con el escritor checo de lengua alemana.
El ruido aumenta en dirección del Castillo de Praga, donde los guías llaman a sus grupos, músicos callejeros tocan el acordeón y en el cielo vuela un helicóptero. Al fondo, en el Callejón del Oro, se venden artesanías checas. Frente a una de las pequeñas casas, la número 22, en la que Kafka vivió entre 1916 y 1917, no para de oírse el sonido de las máquinas de fotos.