El Rector de la Universidad Católica Argentina (UCA), Mons. Víctor Manuel Fernández, escribió una columna en La Nación donde justificó el regalo del Papa Francisco a Milagro Sala: "Es coherente que el Papa haya enviado un rosario a una presa que todavía no está en condiciones de recibir una condena, porque de hecho hizo lo mismo con culpables ya condenados por delitos muy graves".
"Es más: ha visitado cárceles y ha repartido rosarios en lugares repletos de criminales peligrosos. El mismo san Juan Pablo II visitó en la cárcel a un extremista islámico, sin que esto implicara justificar sus crímenes", explicó el arzobispo.
"Supe que ella (Milagro Sala) escribió una carta a Francisco y algunos le sugerían que le respondiera, dado que la conoce y la ha tratado personalmente. Pero él optó por mandar sólo un rosario, que es un instrumento para orar, sin decir más palabras que implicaran emitir una opinión o interferir en un proceso judicial que no deja de ser formalmente dudoso en su gestación", explica en su nota de opinión.
"Suponen que todo lo que dice o hace el Papa tiene un mensaje meticulosamente pensado para la política argentina. Cuando Francisco interviene en la política internacional, lo hace por dos grandes desvelos: la inclusión de los pobres y la paz social. Por ello hoy es reconocido en el mundo entero como uno de los pocos líderes que orientan a la humanidad. Pero los argentinos nos empeñamos en interpretar cada uno de sus pequeños gestos pastorales y evangélicos de una manera política, y ardemos en insultos y maledicencias", sostiene el rector de la UCA.
El Papa Francisco le regaló un rosario a la dirigente social detenida Milagro Sala, acusada por varios delitos, y esto generó una gran repercusión política. La diputada Elisa Carrió, por ejemplo, avisó que no viajará a Roma.
"Es sumamente peligroso alimentar la violencia, sobre todo desde el plano espiritual", afirmó Carrió.