POLITICA

Rojkés de Alperovich asume como Presidenta

Para sus detractores es reconrosa y autoritaria. Su esposo cruza los dedos para que no cometa otro desliz. ¿Qué piensa la mujer que gobernará en las próximas horas?

"Ella se enoja y me empieza a decir que me hago el machito. Se enoja conmigo y se me va encima", describió el damnificado sobre el encuentro con la senadora.
| Cedoc (Archivo 2012)

Lejos de estar orgulloso porque su esposa asuma por unas horas  la presidencia de la Nación, el gobernador tucumano José Alperovich se muestra inquieto y preocupado por lo que pueda hacer Beatriz Rojkés  desde el sillón de Rivadavia.

Los papelones protagonizados las últimas semanas por la senadora que en un acto fallido voto para que se cree una comisión que investigue a Amado Boudou por el affaire de de Ciccone Calcográfica y las desafortunadas declaraciones que realizó al querer deslindar responsabilidades en el asesinato de una menor al acusar a los padres de borrachos y no cuidar a su hija, no hacen más que poner los pelos de punta al mandatario provincial, que esta vez no estará para correr en su auxilio, ya que fue invitado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a participar de la visita que realizará a Angola.

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Según comentan en los pasillos de la gobernación tucumana, Alperovich descargó su ira entre los principales asesores de su  esposa y les advirtió que ante el próximo serán inmediatamente removidos de sus cargos, muchos incluso ya se sienten afuera y lo lamentan con creces, porque dejarán de cobrar los abultados salarios, que en el caso de su hermano Carlos Rojkés, que se desempeña como  director general de Enlace Institucional y Despacho llega a la suma de $30.000.

Una mujer temperamental. Los temores del gobernador tucumano que su esposa comenta un papelón mayor al frente de la presidencia de la nación no son infundados, ya que el carácter temperamental que la caracteriza hace que racione sin medir las consecuencias. Por eso la instrucción que dio a sus asesores es "cuando menos hable mejor".

Las reprimendas de la senadora ya forman parte del anecdotario político tucumano. Este año por ejemplo ante una pregunta de la periodista de radio Universidad, Verónica Quiroga sobre las críticas a la explotación minera, la reprendió severamente ordenándole que apague el grabador, pero la movilera le dijo que era imposible porque estaba saliendo en vivo y la senadora no tuvo más remedio que ensayar una fingida disculpa, que  no convenció a nadie. 

De hecho hace tiempo que solo concede entrevistas a medios amigos o dependientes de la publicidad oficial, porque ante el menor yerro, sus asesores de prensa no dudan en levantar el teléfono para que esa declaración no salga. 

Entrevistar a la primera dama tucumana  se ha vuelta una misión imposible para cualquier periodista que tenga un tufo de independiente: “Estuve una semana entera intentado que me atendiera, la intente contactar a través de todos sus voceros, inclusive en una oportunidad me atendió ella el celular, pero se hizo pasar por una empleada para no darme la entrevista”, confió ante PERFIL, un reconocido periodista que se precia de su independencia periodística.

Autoritaria y Rencorosa. Así la definen los que tratan a diario con la senadora. En la lista de sus enemigos acérrimos  estuvo el celebre escritor tucumano Tomás Eloy, que a través de un artículo publicado en el diario La Nación criticó la pobreza que había en la provincia. Dolida por la crítica la senadora llamó a la ciudadanía a repudiar al autor de Santa Evita y se atrevió  a desarraigarlo calificando de ex tucumano.

"Su soberbia le impide aceptar una crítica y mucho menos ofrecer una disculpa”, sostienen sus principales detractores que se suman al reclamo de los padres de Mercedes Figueroa, la niña asesinada el 1 de mayo, que ayer marcharon a casa de gobierno, para exigirle a la primera dama tucumana una disculpas públicas, por haberlos calificado de borrachos.

Mientras Beatriz Rojkés gobierna la Argentina, los tucumanos tienen puestas sus expectativas en cómo será su desempeño y muchos se preguntan con ironía, si estará a la altura de sus comprovincianos  Julio Argentino Roca  y Nicolás Avellaneda que pasaron por la primera magistratura. Su esposo en cambio no pide tanto y se conforma  con que Bety logre controlar su carácter, porque un desliz en el ejercicio de la presidencia, puede terminar  de un plumazo con su carrera política.

(*) especial para Perfil.com