POLITICA
Renunció Prat-Gay

Sale el kirchnerismo para chetos, entra el ajuste

El recambio en el gabinete económico anticipa un 2017 complejo, entre el afán de reducir el déficit fiscal y las necesidades electorales.

Alfonso Prat-Gay ayer se mostró confiado con los resultados del primer día sin cepo cambiario.
| Dyn
La renuncia de Alfonso Prat-Gay al Ministerio de Hacienda y la salida, la semana pasada, de Isela Costantini de la conducción de Aerolíneas Argentinas, no sólo marcan una derrota para la facción "gradualista" del gobierno de Mauricio Macri. Representan también el fin de ciclo para lo que, desde este espacio, llamamos "tercer gobierno kirchnerista" (y otros rebautizaron como "kirchnerismo para chetos"). Y todo indica que sus reemplazantes inaugurarán el ajuste puro y duro.

Los problemas de la gestión del ministro saliente fueron más políticos que económicos. Prat-Gay inició su gestión con dos "goles", que ahora algunos adjudican a su sucesor Luis Caputo: la salida exitosa del cepo cambiario (aunque su promesa de que los precios no aumentarían porque "ya estaban calculados al dólar blue" no se cumplió) y el consecuente arreglo con los holdouts. Ese acuerdo permitió el principal objetivo del equipo económico: volver al mercado internacional de financiamiento -es decir, a tomar deuda externa- para cubrir el inmenso déficit fiscal que dejó el kirchnerismo y que Cambiemos solo pudo aumentar.

En el segundo tiempo, en cambio, fueron todas en contra: los precios siguieron aumentando, la lluvia de inversiones apenas fue un goteo, el gasto no se recortó, los brotes verdes fueron pocos y la reactivación del famoso "segundo semestre" nunca terminó de llegar. No todos los problemas pueden adjudicarse al funcionario saliente, menos en un gabinete con seis ministros distintos para el área económica. Algunos se explican, en parte, por el gradualismo por el que parecía haber optado el presidente. Macri eligió ajustar, pero no tanto; recortar el gasto público, pero incorporando más funcionarios de los que antes despidieron; aumentar las tarifas y dar marcha atrás, y dar millones a los movimientos sociales para contener posibles desbordes. Así quedó en un lugar de hibridación, en el medio de la U de Porter, entre los extremos del liberalismo y el populismo: un ajuste sin ajuste no es ajuste; un kirchnerismo sin consumo ni viento de cola tampoco es kirchnerismo.
  
En ese marco, Prat-Gay disputaba contra los "shockistas" (como Sturzenegger y Melconián) y los duranbarbistas (Marcos Peña). Todo economista es político, y Alfonso quería acumular más poder para poder llevar adelante su programa. Intentó levantar el perfil con el proyecto oficialista de Ganancias, y le salió tan mal que lo borraron de todas las fotos del acuerdo posterior. Por algo Macri, además, dividió su ministerio en parcelas: quería abortar un eventual Lavagna antes de su gestación.

El otro problema para el flamante desempleado es que el mundo al que había prometido volver ya no existe. En rigor, los mercados en los que el PRO tiene tanto optimismo nunca fueron los mismos después de la crisis global de 2008, pero hoy directamente son irreconocibles. ¿Quién le va a prestar a Argentina en el escenario del Brexit, las tensiones de Rusia y Estados Unidos en Medio Oriente, la caída del Acuerdo Trans-Pacífico y la mini-guerra fría del Mar de la China? ¿Ayudaría Donald Trump al "mejor equipo de los últimos 50 años" que hizo campaña abierta por Hillary Clinton? Volvimos al Mundo después del happy hour, cuando ya estaban barriendo con las luces.
   
Si se corta el chorro del endeudamiento -salvo que haya otro boom del precio de los commodities, el blanqueo sea milagroso o inventemos la fusión fría- no va a quedar otra opción que hacer el ajuste que gobierno no quiso (o no supo, o no pudo) hacer desde el principio. Solo así pueden entenderse la salida de Prat-Gay, un heterodoxo entre liberales, y la llegada de Nicolás Dujovne, un militante de la Fundación Pensar que aboga contra el déficit fiscal y cree que hay un millón de empleados públicos que "sobran". Será él el encargado del ajuste que parte del establishment le pide a Macri.

Párrafo aparte para el rol de los medios: resulta al menos llamativa la elección de un periodista que -además de su experiencia como economista y su respaldo al PRO- está vinculado al corazón de "la corpo". Es dudoso que el presidente busque ganarse el favor de los medios de esa forma. Acaso necesite a alguien que sepa dar buenas noticias, incluso cuando no haya ninguna para dar. Dujovne alguna vez dijo que el famoso "segundo semestre" iba a ser mejor que el primero porque iba a ser el segundo. Un optimista de la tautología.
  
La decisión no será gratuita para Macri. Dividir el Ministerio de Economía en un archipiélago no licúa las responsabilidades de la gestión; las traslada a la Presidencia. Si los técnicos son técnicos, y no políticos, el responsable político será el inmediato superior, es decir, él mismo. Es un riesgo grande para tomar en un año electoral en el que la recuperación todavía no está garantizada. Optar por el ajuste, en ese escenario, más que un exceso de optimismo parece un salto de fe. Ganar las legislativas de 2017 así sería nada menos que un milagro.