Sergio Schoklender no pudo vender las viviendas populares de las Madres de Plaza de Mayo a Brasil, pero ahora haría bien en fijarse lo bien que le fue allí a otro personaje que en 2005 aceptó convertirse en el chivo expiatorio para concentrar la investigación judicial y la ira popular en un caso de corrupción conocido como el “Mensalao”, es decir el presunto uso de dinero público para sobornar a miembros del Congreso y lograr la aprobación de los proyectos de ley del gobierno del entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El personaje en cuestión es un profesor de Matemáticas, Delúbio Soares, que era el tesorero del Partido de los Trabajadores cuando estalló el escándalo, que hizo tambalear a Lula y a su gobierno.
Delúbio (en Brasil se usan más los nombres que los apellidos) fue expulsado de su cargo y suspendido del PT en 2005, y aceptó esa decisión sin siquiera musitar una palabra de rencor contra la decisión de sus compañeros. Nunca criticó al oficialismo y menos aún a Lula, que siempre sostuvo que nada sabía de las andanzas de sus compañeros, mientras la Justicia lo involucraba como presunto miembro de una “organización criminal” formada por casi cuarenta personas.
Ahora, Delúbio tuvo su recompensa: el PT aprobó en abril su reincorporación como afiliado, que se selló el 7 de mayo con una gran comilona y muchos oradores elogiosos en su pueblo de Buriti Alegre, en el interior de Goiás.
Hubo alcaldes y legisladores del oficialismo, tantos que Delúbio quedó prácticamente instalado como candidato del PT a alcalde de Buriti Alegre para las próximas elecciones. Todo esto a pesar de que Delúbio y otros compañeros serán juzgados el año próximo. El acto del retorno de esta suerte de hijo pródigo al PT se puede ver en YouTube.
La conclusión para Schoklender parece obvia: si se porta bien y nada dice, dentro de unos años puede volver al redil del kirchnerismo, que en este tipo de casos puede adivinarse tan generoso como el oficialismo brasileño.
Pero, para eso Schoklender debe abandonar el alto perfil que exhibió al principio del escándalo, cuando desfiló por todos los medios que quisieron entrevistarlo, y hacer lo que está haciendo ahora: silencio “stampa”, como dicen los italianos; silencio de prensa.
Puede, siguiendo el ejemplo brasileño, exigir algunas cosas, por ejemplo que no lo metan en la cárcel, pero eso es bien posible teniendo en cuenta casos como las denuncias contra otros notorios kirchneristas, que siguen libres.
Claro que, en el fondo, es una cuestión de poder: Schoklender debería rezar, como seguramente lo hizo Delúbio, para que Cristina gane las elecciones y el oficialismo continúe en el poder.
(*) Periodista y escritor. Su último libro es Operación Primicia.