El día anterior a la elección, Daniel Scioli lo sabía y no se cansaba de repetirlo: la diferencia con su principal competidor sería de más de 12 puntos. Y esa distancia es la que le llevaba a Mauricio Macri cuando el candidato del Frente para la Victoria subió al escenario a las 12.15 de la noche.
El gobernador conservó su optimismo intacto, a pesar de las denuncias contra el candidato oficialista a la gobernación bonaerense, Aníbal Fernández, por supuestos vínculos con el narcotráfico y las inundaciones de los últimos días en algunos distritos de la provincia que comanda.
Scioli buscó subrayar que la elección se leyera por la diferencia entre candidatos y no por frentes electorales, ya que la alianza Cambiemos que sumó además de Macri, los votos de Ernesto Sanz y Elisa Carrió (más de seis puntos entre ambos) era, al momento de su discurso, de sólo cinco puntos.
Sobre las tablas del escenario, el candidato recordó a Néstor Kirchner. “Néstor, esta victoria va desde el corazón por tus luchas y por la confianza que me diste en su momento para tener las mas altas responsabilidades y en especial a la Presidenta, Cristina Kirchner, que generó las condiciones económicas, políticas y sociales”.
A su lado estaba su mujer, Karina Rabolini, y su compañero de fórmula, Carlos Zannini, quien sorprendió al ser acompañado en el escenario de su mujer, Patricia Alsúa, quien hasta ahora había mantenido un inquibrantable bajo perfil.
Fiel a su estilo conciliador, Scioli habló de “circunstanciales competidores” y ya le abrió la puerta a algunos adversarios que necesitará en octubre para que la segunda vuelta electoral no se vuelva una amenaza.“La única verdad es la realidad, y la realidad es que estamos por lo menos con una gran diferencia con nuestros circunstanciales adversarios”, repitió el candidato del oficialismo rodeado de funcionarios kirchneristas y de la hermana de Cristina Kirchner, Giselle Fernández en representación de la familia presidencial.