“En los últimos 5 años ¿La corrupción en la argentina aumentó, se mantiene igual o disminuyó?”, preguntó el Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano a los encuestados en el marco de un sondeo de opinión sobre la percepción pública de la corrupción.
La respuesta dejó al descubierto la percepción que existe sobre la transparencia del gobierno deNéstor Kirchner y el de la actual presidenta, Cristina Fernández. El 52% de los encuestados aseguró que la corrupción aumentó el último lustro, mientras que el 43% optó por asegurar que se mantiene y el 9% expresó que disminuyó.
A la hora de destacar el gobierno con menores niveles de corrupción, los encuestados, residentes de la Ciudad de Buenos Aires mayores de 18 años, optaron por Raúl Alfonsín. Un 46% lo eligió como el político menos deshonesto. En el otro extremo, Carlos Menem fue elegido por el 5% de los participantes del sondeo, mientras que en el medio quedaron Fernando de la Rua en el segundo lugar con un 11% y Nestor Kirchner con un 10%. El trabajo no menciona a Eduardo Duhalde.
En relación a este último y los escándalos de su gobierno, el 68% de los participantes del estudio aseguran que en la Casa Rosada no dicen todo lo que saben sobre Antonini Wilson.
Según el trabajo de la Universidad de Belgrano, la percepción de corrupción es elevada. Mientras un 74% de los ciudadanos de la capital nacional consultados opina que en la sociedad argentina los niveles de corrupción son altos, el 36% cree que el país tiene mayores niveles de corrupción que el resto de los países de América Latina.
“Casi 40% de los encuestados señala al ámbito político como el más corrupto y 22% opina que la corrupción en nuestro país es generalizada y afecta a todos los ámbitos sociales por igual. Dentro del ámbito político, 40% cree que los mayores niveles de corrupción se manifiestan en el nivel nacional y 26% que la corrupción sucede en todos los niveles de la política sin distinciones”, explica el trabajo en sus reflexiones finales.
Para el 71% de los encuestados, los castigos que deberían sufrir los políticos corruptos son la prisión, el pago de multas en dinero y la prohibición vitalicia para acceder a cargos públicos. En relación a las causas a las que se atribuye la corrupción, las falencias en la educación familiar, el abuso de poder y el mal funcionamiento de la Justicia concentran el 63% de las opiniones.
Niveles privados. La encuesta también apuntó a los actos de corrupción que se dan en la vida cotidiana de los encuestados. Así, solamente 10% cree que la gente denunciaría un acto de corrupción aunque ello implicara perder un beneficio y 44% de los ciudadanos participantes estaría dispuesto a cometer un acto de corrupción que lo beneficiara. Esa opinión se mantiene, pese a que al mismo tiempo 52% cree que la gente para sobrevivir no está obligada a adaptarse a la corrupción
Además, casi 30% dice conocer personas que cobran por nombramientos en cargos públicos y no asisten a trabajar y el 53% admite conocer a alguien que haya cometido algún acto de corrupción. “Los ciudadanos se muestran particularmente tolerantes a las “pequeñas” corrupciones cotidianas, a las que ni siquiera definen como corrupción; y un 44% es proclive a comportamientos corruptos si no se observa un perjudicado directo”, concluye el estudio.
“Llama la atención la forma en que se ha naturalizado la corrupción, sobre todo entre los más jóvenes, quienes no consideran corruptos determinados comportamientos que conceptualmente lo son, debido a la cotidianeidad y frecuencia con que los observan. La gente de mediana edad, a pesar de reconocer ciertas acciones como corruptas, de todos modos las llevan a cabo porque las consideran un mal menor”, agrega el trabajo.