“Conversaciones siempre hay y hubo”, “Con la CGT tenemos un diálogo constante”. Desde la Casa Rosada y el Ministerio de Trabajo siguen apostando a evitar que el sindicalismo convoque la semana próxima al primer paro general al gobierno de Mauricio Macri. Sin embargo, las expectativas son más bien bajas, ya que consideran que hay una “diferencia de diagnóstico” y que en la protesta “se coló la política electoral”.
Ayer, el presidente Macri dedicó parte de su agenda para dar señales dirigidas directamente al clima de conflictividad gremial. Primero, visitó un taller de un vecino del partido bonaerense de Almirante Brown, desde donde hizo una defensa de las pymes. “El país crece si las pequeñas empresas se transforman en medianas, y éstas en grandes”, razonó el Presidente junto a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, y el dueño del taller La Teodora, Martín Estrada.
Precisamente, el triunvirato de la CGT viene haciendo hincapié en las dificultades que vienen atravesando muchas industrias, por la apertura de las importaciones.
Más tarde, Macri recibió en Olivos a su sindicalista amigo, Gerónimo “Momo” Venegas. El titular de la Uatre es el único dirigente sindical que estuvo presente en la apertura de sesiones ordinarias (tampoco hubo representantes del mundo empresarial). “Analizamos la situación del país. Hay una total confianza de que el país va a salir adelante”, resumió Venegas.
A pesar de la intención de seguir negociando para evitar el paro, en el Gobierno reina hoy el descontento por la actitud que tomó la central sindical. “Que digan en público lo que dicen en privado”, apuntó el jueves Marcos Peña en una conferencia de prensa. Al día siguiente, el discurso ya estaba incorporado y esa postura ya era repetida en otras áreas del Gobierno. “La CGT fue comprensiva durante 2016, y justo ahora que los puestos de trabajo están siendo recuperados y estamos en un sendero ascendente toman estas medidas”, razonaba ayer una fuente de la Casa Rosada. “Parece estar fuera de cronograma”, añadió.
Por otro lado, el Gobierno también minimiza el reclamo sindical de ponerle un límite a las importaciones. Por ese motivo, la marcha del próximo martes será hacia el Ministerio de Producción, a quien le apuntan por la falta de medidas para defender la industria nacional. “No hay una lluvia de importaciones, la apertura se hizo de una manera seria, analizada y en algunos sectores”, explican en Gobierno.
Desde el entorno de Jorge Triaca, el ministro de Trabajo, consideran que hay una “diferencia de diagnóstico” respecto a la situación del mercado laboral. Y aceptan que hay “sectores con tensiones” a los que trabajan para asistir. “No vemos que estén dadas las condiciones para medidas de este tipo”, agregan. Y se ilusionan con frenar un paro que parece inevitable: “Las puertas del ministerio están abiertas”.