Poniendo en marcha la interminable serie de discursos y apariciones públicas que le posibilitará la titularidad del PJ, el ex presidente Néstor Kirchner había redoblado redobló la apuesta oficial contra el sector que hoy genera al gobierno mayores problemas, el de los ruralistas. No sólo los responsabilizó de la suba de precios, sino que también les pidió "no nos quemen más campos, no tiren humo ni corten rutas". Kirchner destacó que, si sus pedidos no encuentran eco (o son obedeccidos), "se pondrá al frente" en la lucha por "defender a la Presidenta". En ese lugar ya está, por si alguien lo duda.
Kirchner eligió la inauguración de su primer unidad básica del Justicialismo en Ezeiza para lanzar fuertes críticas contra los productores, a quienes acusó de "incendiar los campos", y de "ser los responsables del aumento de precios" porque "quieren exportar todo para aprovechar los altos precios internacionales".
"No les importa el estómago de las familias de los argentinos", afirmó y los responsabilizó de querer "que en la mesa de los argentinos no tengamos las cuestiones mínimas". Kirchner se mostró en la primera línea de confrontación en el conflicto agropecuario, rodeado de dirigentes oficialistas y enmarcado en la parafernalia característica del PJ.
Junto al ex presidente estuvieron en el escenario el gobernador bonaerense y vicepresidente del PJ, Daniel Scioli, su vicegobernador Alberto Balestrini, el titular de la CGT, Hugo Moyano, varios gremialistas, intendentes y legisladores kirchneristas, como el jefe de la bancada de Diputados, Agustín Rossi y Carlos Kunkel, además de los anfitriones, el intendente Alejandro Granados y su esposa, Dulce, diputada nacional.
En el escenario de Ezeiza, el flamante jefe del peronismo atribuyó la inflación a la "especulación", dijo que sus responsables "son unos sinvergüenzas que en otras épocas quebraron y fundieron al país" y afirmó que "el pueblo tiene que reaccionar".
"Desde Ezeiza, donde aquel 17 de noviembre marchábamos los peronistas para recibir a nuestro general Juan Perón" recordó Kirchner en referencia al acto que derivó en los incidentes de 1973 y luego pidió tomarse "el atrevimiento de decir algunas cosas, porque saben que no me gusta callarme".
"Por el pueblo peronista, por los argentinos, tengo que estar en el lugar que me corresponde, que es en el frente de la batalla, apoyando a la presidenta para defender los intereses, la igualdad y la justicia de todos los argentinos", señaló Kirchner, advirtiendo advirtió que cuando el país vive "seis años de crecimiento consecutivo, aparecen los de siempre, aquellos generadores de 1955, los generadores de 1976, que piensan sólo en ellos y se olvidan que no viven 300 mil personas, sino 40 millones de argentinos".
"No especulo con lo que cae mejor o peor, este ex presidente, este argentino, este pingüino no tiene miedo si tiene que ponerse al frente, para acompañar con toda la fuerza a la presidenta en esta batalla por la redistribución", enfatizó.
Kirchner cuestionó a "los economistas y dirigentes que piden enfriar la economía" porque advirtió "si enfrían la economía los argentinos no consumen, no comen, y sin consumo, ellos pueden exportar todo y ganar más". Cuando Lousteau escuchó esas palabras, dede haber entendido que sus días en el universo K habían terminado. Es que trascendió que había acercado a la Presidenta unas pautas que "había que cumplir" para superar el cuadro inflacionario actual y sus graves consecuencias futuras. Hablaba de menos gasto público, de subir las tarifas de luz y gas, entre otras medidas. Pues bien, Kirchner, sin nombrarlo, lo desautorizó por completo y eso reflejaba que la gestión del "joven maravilla" era historia.
El nuevo jefe del PJ agregó que "ningún justicialista y nadie de la Concertación Plural -que incluye al radicalismo K- va a especular a la hora de apoyar al gobierno". Luego volvió a arremeter contra el sector agropecuario: "con la mayor de las humildades, les pido que entiendan que está bien que ganen, pero sean solidarios con los argentinos trabajadores, con los empresarios, con los industriales, con la clase media".
"Basta de intentar imponer ideas por la fuerza, conceptos filosóficos, conceptos rentísticos, que favorecen sólo a un sector", señaló. Frente a cientos de militantes de Ezeiza que no cesaban de tocar bombos y vivarlo, Kirchner advirtió: "O van a tener solidaridad con el pueblo argentino o pasarle por arriba".
"Es el pueblo argentino el que tiene que reaccionar con la voz de la conciencia", afirmó en una peligrosa arenga. Luego insistió en responsabilizar a la protesta de los sectores rurales con los incendios del Delta. "Les pido por favor, dejen de quemar los campos, porque 10 argentinos murieron en accidentes en las rutas", enfatizó. También les pidió que "no vuelvan a cortar las rutas" y les reclamó que "dejen llegar los alimentos a las mesas de todos los argentinos", en lo que pareció una referencia a la amenaza de esos sectores de volver al paro en contra de las retenciones.
En ese sentido, instó a "no jugar con el desarrollo del país, porque advirtió "los precios de los alimentos suben por el desabastecimiento por los cortes de ruta que quisieron quebrar el mercado interno, y allí hubo responsables concretos".
Fuente: DYN