En el balottage no estaba en juego ninguna banca en el Congreso, que ya quedó definido por las elecciones del 25 de octubre. En cambio, se definió quién será el presidente que deberá lidiar con un escenario multicolor. Así, Mauricio Macri se verá obligado a buscar conformar una alianza parlamentaria mucho más amplia que la alianza electoral que fue Cambiemos.
Curiosidades de la política, luego de rechazar armar un frente conjunto con Sergio Massa, ahora Macri necesitará de los diputados que le responden al tigrense para tener quórum propio en la Cámara baja. Cambiemos tendrá menos de 90 diputados, el Frente Renovador más de 30. Y esos números no serían suficientes -el quórum para arrancar una sesión es de 129 diputados- por lo que otros bloques peronistas o el de Progresistas también serán codiciados.
En ese sentido, todos los caminos apuntan a que el presidente del cuerpo será Emilio Monzó. Fue uno de los armadores de Cambiemos y por su pasado dentro del Partido Justicialista tiene un buen vínculo con diversos grupos peronistas, incluso kirchneristas.
El vínculo que la Casa Rosada entablezca con los gobernadores del Frente para la Victoria, en este escenario de dispersión, será importante también para conseguir votos, sobre todo en leyes claves que decida impulsar el Poder Ejecutivo.
El bloque kirchnerista quedará -informalmente- dividido en por lo menos tres subloques: por un lado estará los jóvenes de La Cámpora y otros sectores ultrakirchneristas, que es probable que se conviertan en la oposición más dura al macrismo; por otro lado estarán los diputados que responden a un gobernador peronista, cuyos posicionamientos dependerán también de las negociaciones que realicen los mandatarios de sus provincias; en tercer lugar, quedarán aquellos peronistas de provincias no gobernadas por el Frente para la Victoria que estarán más atentos a los nuevos vientos que soplen dentro del Partido Justicialista y pueden terminar tomando distancia de los kirchneristas más duros.
Ese mismo esquema tendrá su expresión en el Senado, donde la desventaja para Cambiemos, que empezaría con una base de 16 senadores (apenas cuatro del PRO). Allí, la actitud que tomen los gobernadores peronistas con Macri será determinante. Los antecedentes demuestran que en la Cámara alta las decisiones de los senadores están mucho más atadas a lo que decida cada gobernador.