Esteban Bullrich avanza hacia la descentralización del Ministerio de Educación. En el corto plazo, pretende que no haya una paritaria nacional docente: es decir, que cada provincia negocie salarios sin esa referencia. Como plan de fondo, apunta a que los programas que maneja y coordina el Ministerio pasen a las provincias con sus respectivos recursos. Así, si bien niega que vayan a existir cierres de áreas o nuevos despidos en Educación, el macrismo marcha hacia una reducción de la injerencia nacional sobre las escuelas. Según datos de fines del año pasado, la cartera de Bullrich subejecutó más del 12% de su presupuesto.
El debate sobre la paritaria se coló en la reunión del Consejo Federal de Educación, realizada hasta el jueves en Mendoza. Ahí, encabezados por Bullrich, se encontraron los ministros de Educación de las 24 provincias. La decisión del macrismo es evitar convocar a la negociación nacional con los gremios: en los últimos años, se fijaba en esa mesa el salario de un maestro de grado con jornada simple, que hoy está en $ 9.672.
Tal postura choca con la Ley de Financiamiento Educativo, sancionada en 2006. Según esa norma, el Ministerio de Educación, junto con el Consejo Federal de Educación y los gremios tienen que negociar el salario mínimo. “Lo que hemos acordado con el conjunto de gobernadores es que las paritarias de los docentes, que son empleados de las provincias, se van a llevar adelante en éstas”, afirmó Bullrich en una conferencia de prensa improvisada.
A cambio, el ministro ofrece la aplicación de una cláusula gatillo, para que el sueldo sea un 20% mayor al salario mínimo vital y móvil. Los cinco sindicatos docentes (UDA, Ctera, Sadop, AMET y CEA) repudian ese planteo de Bullrich y exigen el llamado a la paritaria. La estrategia macrista empalma con otra tendencia oficial: provincializar programas y recursos. Incluso existe la posibilidad de que, una vez hecha la transferencia, los gobernadores puedan manejar libremente los presupuestos. Si bien todavía no hay grandes cambios confirmados, en el Ministerio de Bullrich abundan los rumores, las pulseadas internas, las denuncias gremiales y las modificaciones de facto.
En las últimas horas, la Secretaría de Gestión Educativa pasó a ser de Fortalecimiento de la Comunidad Educativa. Pese a que desde el Gobierno niegan nuevos ajustes, el nuevo nombre anticipa el rebaje de responsabilidades.
Algo recortada, esa secretaría (a cargo de Max Gulmanelli) dejaría de manejar varias direcciones, desde las que se coordinaba la política con las provincias: las de Educación Inicial, Primaria, Secundaria, de Jóvenes y Adultos, con las modalidades de Educación Especial, Rural, en Contextos de Encierro, Intercultural Bilingüe, Hospitalaria y Artística. Esas áreas pasarían a otro sector.
Para la junta interna de ATE en el Ministerio, esa decisión implica “desmantelar la herramienta nacional para acompañar esas políticas en las provincias”. “Las muy modestas experiencias de los gobiernos anteriores deben ser la base de nuevas y mejores formas de llegar a las escuelas”, opina el ex ministro de Educación porteño (bajo alcaldía de Mauricio Macri), Mariano Narodowski.
Cambio de nombres
Las modificaciones en el rumbo educativo vinieron con cambios de gabinete incluidos. Según se confirmó ayer, el director del Instituto Nacional de Educación Técnica, Gabriel Sánchez Zinny, renunció a su cargo y pasaría al gobierno de María Eugenia Vidal. Economista y muy cercano a Bullrich, su nombre apareció en los Panamá Papers: según se difundió, integraba el directorio de una offshore radicada en Estados Unidos y presidida por Bullrich. Otro movimiento interno es el ascenso de la secretaria de Innovación y Calidad Educativa, Mercedes Miguel. En diciembre pasado, Miguel empujó casi 400 despidos (terminaron siendo 200), más un importante recorte en el programa de formación docente Nuestra Escuela, que ponía en jaque el trabajo de 2.600 tutores virtuales. Ante la resistencia de gremios y maestros, tuvo que dar marcha atrás.