El hallazgo de un cuerpo en el río Chubut marcó la desaparición de la escena pública de Patricia Bullrich. Cuatro días antes de la confirmación de que era Santiago Maldonado, Bullrich suspendió las declaraciones a la prensa. Y a su vez le puso un alto a su frenético ritmo tuitero, dividido entre los mensajes proselitistas y la difusión de acciones anti-narcotráfico por parte del Ministerio de Seguridad.
Cerca de Bullrich afirman que su silencio es otra muestra de alineamiento pleno con el Gobierno: la ministra opinó con vehemencia, cenó (incómodamente) en el programa de Mirtha Legrand y finalmente calló, según se lo solicitaron desde Casa Rosada. Y si bien ahora se acumulan los pedidos de renuncia en su contra, Mauricio Macri por el momento la banca. Mientras, ella mantiene la creencia corporativa a la que ató su suerte desde un principio: que la Gendarmería no tuvo que ver con la muerte de Maldonado.
La aparición del cadáver alteró el cierre de campaña de todo el oficialismo. Y en el caso de Bullrich, el cambio de tono fue especialmente notorio: su promedio de tres tuits diarios se cortó de golpe el martes pasado, unas horas antes del hallazgo. Y se reactivó recién ayer, para anunciar la incautación de 30 kilos de cocaína en Salta por parte del escuadrón 61 de su fuerza favorita: la Gendarmería. Después, detalló que su ministerio detuvo a una banda supuestamente vinculada al hijo de Pablo Escobar Gaviria.
En un contexto abismal para su gestión, con la posibilidad de su reemplazo en el aire, Bullrich decidió exhibir su principal bandera: los operativos del ministerio contra el narcotráfico, sean de la escala que sean. Ese argumento (y ese marketing) le juega a favor en la Rosada. Ahí, donde se definirá su futuro tras la autopsia del cuerpo encontrado, Bullrich tuvo varias fricciones con Marcos Peña. Para el jefe de Gabinete, la ministra es parte de la vieja política.
Con el vicejefe Gustavo Lopetegui, en cambio, mantiene un trato más fluido y amable. Macri, por ahora, está decidido a sostenerla en el cargo. “Ella está tranquila. Sigue con su agenda normal, más arriba de un helicóptero que en su oficina del ministerio. Pero sabe que su puesto es complicado y que los ministros son fusibles”, revela un dirigente con el que habla a diario.
En privado, Bullrich llegó a plantear que existían dos hipótesis: la primera fue el ataque del puestero de la estancia del Grupo Benetton. Esa ya fue descartada. La otra es que el joven se haya ahogado tras el operativo de la Gendarmería. La segunda posibilidad parece seguir en pie. Pero con un detalle que está por verse: en la versión de la ministra, ese desenlace no incluyó abusos ni mala práxis por parte de los gendarmes.
