El grupo de intelectuales nucleados en el Club Político Argentino (CPA), conducido por Graciela Fernández Meijide fue el impulsor del documento "Unidos en la diversidad, para afrontar el presente y construir un futuro digno para todos los argentinos". Se trató de un llamado al diálogo, cargado de un tono crítico hacia el gobierno. Con presencia mayoritaria de la oposición, más algunas firmas del peronismo, el texto incluyó a la presidenta de Pro, Patricia Bullrich; la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal; el exministro del Interior, Rogelio Frigerio, y el expresidente Eduardo Duhalde.
La movida del CPA apuntó, según admiten algunos de sus integrantes, a presentarle una suerte de advertencia al presidente Alberto Fernández. El mensaje sería: cuente con nosotros para ponerle un límite al cristinismo. El plan de los intelectuales es que ese “nosotros” exceda a los integrantes del club.
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“Hace rato que varios de los integrantes del Club Político Argentino y otras organizaciones estamos pidiendo consenso y diálogo, a través de declaraciones aisladas. Nadie es dueño del documento, pero redactamos un borrador desde el Club y lo hicimos circular. Se fueron adhiriendo distintas personalidades”, le contó Fernández Meijide a La Nación.
El comunicado fue firmado por más de 130 referentes de la política, la academia, la religión y el sindicalismo. La ex senadora María Eugenia Estenssoro fue la encargada de sumar voluntades. Lo hizo bajo promesa de que el club no aparecería como el único impulsor.
“Sentíamos que cada vez más gente necesitaba un llamado al diálogo. Los que fueron a la calle, los movimientos sociales que se encuentran con el Presidente y salen defraudados o con gusto a poco, todos. Veremos si tenemos respuesta”, opinó Meijide.
Así, el Club Político Argentino buscó dos objetivos colaterales: retomar la iniciativa en el debate público y, en la misma jugada, dar por superados su última tanda de malestares y pujas internas.
En las últimas semanas, el CPA echó a su vicepresidente, en medio de acusaciones cruzadas entre la conducción del club y una minoría díscola. Fernández Meijide logró imponer su iniciativa, y el historiador Eduardo Lázzari fue expulsado el 15 de junio pasado por zoom.
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Después de tres horas de debate, se impuso el oficialismo de Fernández Meijide. El moderador del encuentro fue el radical y ex funcionario Ricardo Mazzorín. Había 183 socios en condiciones de votar, por tener la cuota al dia. A Lázzari lo defendieron Daniel Lipovetzky y Miguel Espeche Gil, entre otros. El resultado fue: 83 votos a favor, contra 18 en defensa del vice. En esa misma tele-reunión hubo otra echada: la desarrollista Claudia Fennema.
La expulsión de Lázzari generó un cruce áspero de cartas. Algunos socios se oponían a las remociones, pero no participaron de la cita. De hecho, un grupo ya había renunciado. Por ejemplo, el director del Observatorio de Deuda Social de la UCA, Agustín Salvia; el poeta Esteban Moore; el ensayista Jorge Landaburu; la ex legisladora Marta Oyhanarte; el economista Javier González Fraga y el diplomático Juan Archibaldo Lanús.
Y otra mini-tribu la haría durante el proceso de expulsión del vice Lázzari. En su mayoría, la segunda tanda de los que abandonaron el club era cercana a la UCR: Enrique Paixao, Oscar Muiño, Beatriz Nofal, Eduardo Cassullo, Florencia Saborido, Damin Toschi, Daniel Loyola y Gonzalo Berra.
El debate de fondo que atravesaba el club era la afinidad ideológica de este colectivo de pensadores con Juntos por el Cambio.
Tras el corrimiento de Lázzari, llegaron más renuncias: el pensador desarrollista Guillermo Ariza; el dirigente social David González, armador territorial en La Matanza de una organización que responde a Facundo Manes; y el economista Alejandro Peyrou, ex funcionario de Cancillería y la AGN (un informe suyo en la Auditoría fue clave para condenar a la ex secretaria de medio ambiente menemista María Julia Alsogaray).
El debate de fondo que atravesaba el club era la afinidad ideológica de este colectivo de pensadores con Juntos por el Cambio.
“El documento carece de autocrítica respecto de las posiciones anteriores de la conducción del CPA, muy apegadas a la estrategia de Juntos por el Cambio. Le hace una suerte de reproche a un electorado que no se comporta como esperaba el sector antiperonista y conservador”, opina Guillermo Ariza, uno de los renunciados recientemente.
Y agrega: “Tengo la impresión de que es un empeño personal de Fernández Meijide para salir del encierro en que ella misma se metió al regimentar el CPA y aniquilar las diferencias internas, como si prefiriese la diversidad por fuera del club”.
Para el oficialismo de Fernández Meijide, los expulsados y renunciantes escondían ánimos de figuración personal en sus planteos.