POLITICA
Anlisis

Un deudo coordinador

Juan Carlos Blumberg se ha convertido en una pieza relevante del mapa de poder local. En efecto, el padre de Axel ha dejado de ser un casi involuntario emergente social para transformarse en un decidido actor político. Pero que el imaginario colectivo de millones de argentinos ubique hoy entre las figuras más creíbles del arco político a “un deudo que busca justicia” muestra a las claras que el sistema de partidos vernáculo no pasa por su mejor momento.

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Decida o no ser candidato en las próximas elecciones, Juan Carlos Blumberg se ha convertido en una pieza relevante del mapa de poder local. En efecto, el padre de Axel ha dejado de ser un casi involuntario emergente social para transformarse en un decidido actor político. Y, tras regresar de sus vacaciones europeas, hasta se atribuyó suficiente capacidad articuladora para convocar y coordinar la acción de los máximos referentes de la galaxia opositora.

Pero la irrupción del mediático ingeniero como aglutinador de una eventual fuerza crítica al gobierno K no debe considerarse una decisión genuinamente estratégica. En realidad, que el imaginario colectivo de millones de argentinos ubique hoy entre las figuras más creíbles del arco político a “ un deudo que busca justicia” muestra a las claras que el sistema de partidos vernáculo no pasa por su mejor momento.

Sucede que la ruptura de los lazos de representación acaecida en el país a finales de 2001 aún sigue vigente. En rigor, el “que se vayan todos” sigue retumbando en la mente de una enorme cantidad de ciudadanos. Y, mientras la oposición no es capaz de unirse en torno de criterios clásicos de pertenencia ideológica o de clase, las nuevas fuerzas como el ARI y PRO tampoco logran maximizar la eficiencia de sus respectivas ofertas proselitistas.

En la actualidad, más de la mitad de la población no considera la identidad partidaria como un factor vital a la hora del ejercicio electoral. Así, millones de votantes definen su conducta frente a las urnas de acuerdo con criterios más o menos laxos, referidos en general a la personalidad de los postulantes, su apariencia, carisma o habilidad comunicativa.

En este contexto, los partidos de oposición no encuentran la fórmula para imponer la iniciativa y terminan muchas veces jugando el juego que propone el oficialismo. Por su parte, el Gobierno nacional marca la agenda y aprovecha con pragmatismo la creciente dotación de dirigentes dispuestos a convertir sus viejas lealtades partidarias en renovadas lealtades presupuestarias.

Finalmente, esta situación ha dejado a un gran número de ciudadanos a la intemperie, sin representación ni referencias contundentes de liderazgo. Y es precisamente ello lo que explica en gran medida al deudo y su pretensión coordinadora.

* Decano de Comunicación Social, USAL.