Justo antes del primer escándalo que lo puso en el centro de la escena, el juez federal Norberto Oyarbide tenía una estrecha relación con la Policía Federal, como muchos de sus colegas del fuero penal. En los despachos de los jueces, es usual ver una placa o estatuilla que la fuerza les regaló en alguna oportunidad.
En los 90, el magistrado exhibía con mayor énfasis su buena sintonía con la Federal. La vista que ofrecía desde la puerta de entrada a su despacho en los tribunales federales de Retiro era una pared cubierta totalmente de cuadros que le regaron sus alumnos de la fuerza en la Escuela Superior de Policía. Entonces, daba clases de derecho procesal a los oficiales que cursaban en busca de un ascenso. Era el preferido de los oficiales, recordó uno ellos.
El escándalo de Spartacus de 1998, que lo vinculó a una red de prostitución supuestamente amparada por la Policía y su juzgado, fue su primera gran crisis política. Desde entonces, al entrar en su despacho ya no se ven esos cuadros con la misma impronta, aseguran quienes lo frecuentan.
Por esa denuncia, el juez terminó siendo sometido a un juicio político. El Partido Justicialista lo salvó de ser destituido el 11 de septiembre de 2001, mientras el país, los medios y el mundo estaban asombrados y ocupados con la caída de las Torres Gemelas en Nueva York.
Tras el juicio político, el juez volvió a los escándalos de la mano de los Kirchner. Hasta ahora, el más resonante fue en torno a la causa por el supuesto enriquecimiento ilícito del Néstor y Cristina y el sobreseimiento exprés que dictó el juez en contra de las observaciones de los peritos contables. Su decisión le valió denuncias y un escrache en el Carnaval de Gualeguaychú. En el Consejo de la Magistratura, que elige y sanciona a los jueces, el oficialismo se encargó de protegerlo.
Luego sobrevino el caso del anillo de diamantes, por el que se lo investiga en la Justicia. El juez se mostró con una joya supuestamente valuada en 250 mil dólares, símbolo de su estilo y ostentación. Dijo que lo alquilaba por 7.500 dólares.
Otras veces fue blanco de críticas por su personalidad extrovertida, como cuando se mostró en el escenario con el cantante cuartetero La Mona Jiménez, o por sus vacaciones con su novio en Punta Cana, en el Caribe.
Pero 2013 fue, sin lugar a dudas, su peor año desde la crisis de Spartacus. La Cámara Federal, integrada por los superiores del juez, lo apartó de dos causas en las que lo acusaron de irregularidades y violación a las garantías constitucionales. Fue en los casos Schoklender, por supuesta corrupción en la Fundación Madres de Plaza de Mayo, y Alhec, en el que se investigaba supuesto lavado de dinero en una financiera que cambiaba cheques del fútbol.
Hace una semana, el juez Sebastián Casanello también reveló que había hallado irregularidades y falta de pruebas contra Mauricio Macri en la causa de las escuchas ilegales. Debió elevar la causa a juicio sin el jefe de Gobierno porteño. Ahora deberá corregir la investigación.