POLITICA

Un papa peleado con el protocolo que ya preocupa a sus guardias

Aseguran que se parece a un cura de barrio y no a un jerárquico de la Iglesia. El servicio de seguridad está al borde de un ataque de nervios. Galería de fotos

Antiguo usuario de los subtes y colectivos de Buenos Aires, el flamante Papa pretende instalar en El Vaticano una nueva corriente de austeridad.
| AFP

La eterna enemistad entre los argentinos y el formalismo acaba de instalarse en el Trono de San Pedro y parece que será la línea a seguir en el papado de Francisco, consagrado hoy como el 266° Sumo Pontífice de la Iglesia católica. Antiguo usuario de los subtes y colectivos de Buenos Aires, el flamante papa pretende instalar en El Vaticano una nueva corriente de amabilidad, poco esplendor y sencillez, gestos saludados por el mundo entero. “Es el Jorge Bergoglio de siempre, tranquilo, no impostado”, comenta el periodista Sergio Rubín, coautor del libro “El Jesuita”.

Desde que fuera elegido el 13 de marzo, comenzó a romper todas las normas protocolares que pudo para demostrar a los fieles católicos (y a los que no lo son) que un papa puede ser sencillo, cercano, austero y aún tenes autoridad espiritual. El primer gesto ocurrió en el balcón de la basílica de San Pedro, cuando apareció vestido de blanco, sin los ornamentos con los que tradicionalmente se presenta a un nuevo papa, tomó el micrófono y deseó "buenas noches y buen reposo" a todo el mundo.

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“Es muy natural y se comporta igual en público que en privado”, explicó el vaticanista Marco Politi en una entrevista con la agencia AFP, agregando que Benedicto XVI “también era irónico y tenía humor en privado, pero en público siempre se mostró muy rígido”. La diferencia entre el papa y el papa emérito es grande: mientras la timidez de Ratzinger le llevaba a seguir el protocolo al pie de la letra, Bergoglio comenzó su papado saltándose el guión y dejando en el olvido la rigidez de sus predecesores. 

En sus intervenciones públicas Francisco, de 76 años, no duda en saltarse el guión para hacer bromas y conservar la atención del público, tal como sucedió en su primer "ángelus" ante más de 150.000 fieles el domingo, cuando habló de un libro sobre la misericordia escrito por un cardenal, Walter Kasper y aclaró: “¡Pero no se crean que hago publicidad de los libros de mis cardenales, no es eso!” En privado, prefirió viajar en una "combi" con los demás cardenales y, de paso, retiró sus cosas del hotel donde se había alojado antes del Cónclave y pagó él mismo la cuenta. También pidió a sus colaboradores que le enviaran desde Buenos Aires una agenda vieja y unos zapatos gastados.

 

En otra ocasión, a la salida del templo de Santa María Maggiore, rompió las barreras invisibles que lo separaban del público y se acercó a saludarlos, hablarles y bendecirlos mientras la gendarmería temblaba y la multitud estallaba de alegría. “No da la impresión de ser un autoridad jerárquica sino un cura de barrio”, explica Marco Politi. “En general se nota que se siente a gusto y tiene un comportamiento muy natural, incluso en su manera de andar y de saludar”.

 

"Junto a su gran espiritualidad, reflexión interior, es también muy espontáneo en el trato con la gente", dice el cardenal peruano Juan Luis Cipriani Thorne, quien agrega que Francisco se va a sentir "muy cómodo relacionándose con los demás" porque "es muy sencillo, espontáneo". Reflexiona además en que el papa tiene "una tendencia natural a evitar intermediarios, le gusta mucho la relación cercana, acogedora, y por eso, más de una vez va a sorprender en estos aspectos del protocolo porque es muy cercano y acogedor".

 

"El papa Francisco no decepciona a sus seguidores. Decide ir a pie hacia la multitud que le aclama tras las barreras vaticanas. El servicio de seguridad está al borde de un ataque de nervios y la gente se vuelve loca", señala el diario italiano "Il Fatto Quotidiano", que destaca que la extrema sencillez del pontífice podría traerle severos dolores de cabeza a los encargados de su seguridad, que recuerdan que los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron víctimas de ataques.

 

El diario ABC de España destaca la "espontaneidad" del pontífice revelando que la célebre Guardia Suiza y la Gendarmería vaticana -órganos que velan por la seguridad papal- "deberán acostumbrarse porque el primer Papa latinoamericano mostró desde el primer día de su Pontificado su voluntad de seguir siendo espontáneo, negándose a vivir en una burbuja de seguridad y a cortar el contacto con la gente".

 

Cabe preguntarse entonces si hará algo El Vaticano para controlar los arranques populistas del nuevo Sucesor de Pedro o sucederá como dijo su hermana, Elena Bergoglio, quien vaticinó que será difícil "estructurar" a Francisco: "Por un lado me reía porque decía, pobres los de seguridad, los va a volver locos, pero es su opción", dijo Elena, agregando que "gracias a Dios, Francisco sigue siendo Jorge".


Reconociendo la preocupación de la guardia por el papa, que podría ser el blanco perfecto de atentados y ataques, el padre Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, dice que no se puede imponer medidas de seguridad al pontífice: "Se debe respetar el estilo personal de cada Papa. Los responsables de la seguridad saben que no les corresponde decidir y que es el Papa quien toma las decisiones y ellos deben adaptarse".

 

La sencillez fue también protagonista de su primera reunión oficial y formal con un jefe de Estado. Ocurrió el lunes, en la Residencia Santa Marta, cuando recibió a la presidente Cristina de Kirchner, a quien le habló de igual a igual y hasta le dio permiso para besarlo y tocarlo. "Nunca me había besado un papa", dijo la presidente.

 

Este martes, la solemnidad litúrgica de su "Misa de consagración" tampoco fue impedimento para acercarse a la multitud que lo aclamaba y en su viaje en un jeep descubierto a través de la Plaza de San Pedro pidió varias veces que se detuvieran para saludar a los niños. El momento más emotivo sucedió cuando se bajó del vehículo y besó la frente de un hombre con discapacidad que era sostenido en brazos por un familiar. Tras bendecirlos y hablarles, volvió a subirse a la camioneta y continuó saludando a la multitud que se congregó en el Vaticano para presenciar su asunción formal al frente de la Iglesia Católica.

 

Hoy, cuando comienza oficial y ceremonialmente su pontificado, sin duda los personajes más conservadores dentro de la Iglesia católica ya comenzaron a considerar peligroso su comportamiento. Pero Bergoglio ya demostró que no quiere perder el contacto con los feligreses porque, como él explicó, "los momentos más lindos como cura son los que pasé con la gente. Eso me queda siempre en el corazón, el haber caminado junto a un pueblo que busca a Jesús".

* Especial para Perfil.com