POLITICA
Panorama | Campaña 2017

Verano de Cristina

La ex presidenta se muestra con Scioli y empieza a ir al GBA. Una disyuntiva para intendentes y Massa. Vidal contraataca.

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DÉCADA GRANADA. Cristina Fernández. | Pablo Temes.
La transición democrática promovida p o r C a m b i e m o s depende de la confianza que la sociedad y los inversores depositen en el plan económico, cuya evolución siguen con recelo los intendentes dialoguistas del Conurbano, atenazados entre los efectos negativos del ajuste tarifario y la crisis de liderazgo que paraliza al peronismo bonaerense. 

Situación en la que ceden la escena por inercia a la reaparición de Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli. Más por carencia de recursos políticos que por afinidad ideológica. Se revelan incompetentes para dar con la solución apropiada a un dilema que los tortura: cómo retener los votos que todavía conservan y a la vez prescindir de ellos para simular un recambio generacional que complazca al Gobierno pero que evite uno real que los arrastre.

Eso desnuda otra limitación. La disputa entre pares con intereses encontrados sin una organización que la modere y contenga facilita los planes del oficialismo y de la oposición, a la expectativa de los desgajamientos de una guerra de desgaste alentada con discreción pero no exenta de riesgos. Juan José Mussi pretende aventar el más evidente para los jefes comunales postulándose al PJ con una lógica económica adecuada al momento.

“No soy como él, que quiere todo”, razona en giras por el GBA para diferenciarse de Fernando Espinoza, quien aspira a retener la presidencia, ser diputado nacional y con esas posiciones agitar la precandidatura a gobernadora de su sucesora en la intendencia de La Matanza, Verónica Magario. Mussi se inhibiría de repetir mandato como diputado provincial si suplantase a Espinoza.

¿Alternativas a negociar a cambio de la permanencia o alejamiento de su hijo e intendente de Berazategui, Juan Patricio, del núcleo duro del kirchnerismo? Es la pregunta que se hacen Julio Pereyra y Alberto Descalzo. Los intendentes de Florencio Varela e Ituzaingó gestaron el breve interinato de Magario en la Federación Argentina de Municipios (FAM) que conducen hace veinte años. Los dos respaldan su precandidatura.

Núcleo duro. Para el Gobierno esa expresión mantiene una intención de voto inmovible de entre 10 y 15% pero que trepa a 20% con las candidaturas de Cristina y de Scioli. La adhesión es particularmente fuerte en los márgenes del primer y segundo cordón del Conurbano, una continuidad, de las victorias del ex gobernador por más del 60% de los votos en la Tercera Sección Electoral en primera y segunda vuelta. 

Es el retrato de la reunión que compartieron la semana que pasó, replicado por la de Sergio Massa con Gustavo Meléndez un día después. El diputado nacional está convencido de que la candidatura a senadora de Cristina está resuelta. Aunque el reencuentro del líder del Frente Renovador y el intendente de Merlo tiene otros matices. 

Raleado por Massa cuando selló un acuerdo con Raúl Othacehé, Meléndez se impuso a su antecesor con el respaldo de Scioli. Massa se propuso extraer una enseñanza y no rodearse más de impresentables. Promesa que podría quebrarse a instancia de Walter Festa, el intendente de Moreno, uno de los distritos más pobres del Conurbano Norte: se le atribuye una relación con Stefanía Xipolitakis, hermana de Vicky y ex pareja de su jefe político, el diputado provincial José Ottavis, quien los habría presentado.

Festa suma al proyecto de Meléndez para ser gobernador. No es el único. Lo mismo desea Martín Insaurralde, quien coincide con Massa en la necesidad de arrebatarle intendentes al kirchnerismo. Para eso peregrinó hasta el despacho de Jorge Ferraresi. El ensayo arrojó un resultado protocolar. El de Avellaneda espera ser elegido para el cargo por Cristina. Como siempre con el de Lomas de Zamora, esa posibilidad aparece condicionada por la ambigüedad. 

Mensaje. Con la excusa de la rueda de prensa que la ex presidenta compartió con Hebe de Bonafini, quedó suspendido el lanzamiento del Instituto Patria en ese distrito, que iba a liderar el ex titular de la AFI Oscar Parrilli. 

El veto interpuesto por Margarita Stolbizer a Insaurralde a través del diputado provincial Marcelo “Oso” Díaz podría ser una contribución involuntaria al kirchnerismo y un perjuicio para Massa. Es el mensaje encriptado bajo la metáfora de “no pejotizarse.” 

Resulta un requisito de la diputada del GEN para sellar una alianza electoral. En los sondeos del macrismo, Stolbizer y Massa representan el tercio del electorado en estado gaseoso: quienes los votan simpatizan con el Gobierno aunque no integran el 30% del núcleo indisoluble de adhesiones. 

Pero también es una explicación al comportamiento fluctuante de los dos dirigentes con Cambiemos. El equipo político de la Presidencia confía en el antagonismo con Cristina y Scioli para diluir esa alternativa en un escenario de polarización favorecido por las causas judiciales que ambos enfrentan y a la que atribuyen la reaparición pública que se multiplicará desde el lunes. El efecto deseado es la habilitación de un debate entre los alcaldes hasta por lo menos fin de año.

Si se cumple, el enfriamiento transitorio con los intendentes permitirá una distensión con la UCR, que en octubre elige autoridades en la provincia de Buenos Aires con al menos tres candidatos a presidirlo: Daniel Salvador, Maximiliano Abad y Carlos Fernández. 

María Eugenia Vidal habilitó una mesa de diálogo liderada por el ministro de Gobierno, Federico Salvai, que no altera la tensión con su principal aliado por espacios en la gestión pero colabora en recobrar protagonismo para el vicegobernador. 

El diputado provincial de Mar del Plata lanzará el 18 de agosto su candidatura con el respaldo de diez de 38 intendentes y con el padrinazgo de Ernesto Sanz. El senador provincial de Tandil tiene detrás a Ricardo Alfonsín, actual titular del comité. 

El optimismo oficialista prevé que las obras públicas anunciadas por la gobernadora hagan sentir sus efectos los primeros meses del 2017, lo que trasladaría a marzo las definiciones políticas. Un límite al verano de Cristina.