Viernes dos y media de la tarde. Los programas de televisión no dejan de hablar de ella y de un riesgoso embarazo de cinco meses. No es fácil para Verónica Ojeda: ella carga en su vientre un nuevo hijo de “Dios”. Sale de su casa del El Trébol, en Ezeiza. Maneja un Mini Cooper celeste, y va acompañada de una amiga. Está de buen humor. Se la ve bien y arreglada; baja la ventanilla de su auto y saluda a PERFIL. Ya no hay signos del pico de presión de anoche: Verónica está rozagante y destila amabilidad, aunque no hace declaraciones. Agradece y sube la ventanilla para seguir camino hacia el Hotel Holiday Inn, haciendo caso omiso a todo lo que se dice de ella. La idea es relajarse y pasar un día de spa, según contaron empleados del hotel.