Al día siguiente, en el Palacio de Hacienda, Prat-Gay comparte escena con Alberto Abad en lo que fue su última conferencia de prensa como integrante del gobierno macrista del que se despidió exhibiendo los 90 mil millones de dólares obtenidos por el blanqueo de capitales. Una imagen que, rápida de reflejos, una agencia de viajes utilizó para su publicidad con el eslógan: “Se fue el ministro de economía, ¿no te vas a ir vos unos días afuera?”.
Así el 27 de diciembre cerró su ciclo de un año y 16 días en el gobierno de Macri donde además de su aporte en lo económico contribuyó con el “diccionario” macrista con al menos tres frases: “Grasita militante”, “Una factura de luz que pasa de $ 150 a $ 350 equivale a dos pizzas”, y el inolvidable “No sé, no sé, no sé, no sé, no sé, no sé...”.
Después, el economista desapareció del ojo público dejando con ganas de conocer en primera persona los motivos de su salida y sobre todo, si la relación –o mejor dicho la no relación– con Marcos Peña había sido uno de los factores que movilizaron el adiós. Se supo que parte del verano lo pasó en Bariloche y que tenía una nueva novia.
Regreso y fiesta. Pero el jueves último por la noche, volvió a escena. No en un ámbito gubernamental sino festivo: estuvo entre los quinientos invitados a la megafiesta que Amalia Amoedo hizo para celebrar sus 40 años en la casona que heredó de su abuela Amalia Fortabat, en las Lomas de San Isidro.
Esa propiedad con acceso central por la calle Diego Palma y que ocupa dos manzanas ya registra en su historia otra gran fiesta que tuvo extendida cobertura fotográfica en los años 80: el casamiento de Bárbara Bengolea, la nieta mayor de la empresaria, con Esteban Ferrari. Gris y rosa pálido fueron en aquel entonces los colores elegidos para la decoración de la carpa principal de esa megaboda. Esta vez fue el estampado animal y colores dorados, un diseño más acorde con el espíritu de la menor de las nietas de Amalita. Y el extenso jardín cubierto con alfombras negras para resguardar los tacos de las invitadas. Livings, barras de tragos para que nadie estuviera con las manos vacías, mozos para que nadie se fuera sin probar bocado, bolas de espejos en cantidad, y tres DJ’s ubicados en un sector central. Y no hubo ni cotillón, ni videos con memorabilia familiar y personal, ni bandas en vivo. Sí sobró diversión a punto tal que los últimos invitados se fueron a las 5 de la mañana.
Alfonso Prat-Gay no fue de ese grupo y algunos de los consultados por PERFIL dicen que siempre lo vieron solo. Sí circuló por algunos de los livings, espacios donde se pudo ver a, por mencionar a gente del elenco PRO, a Horacio y Augusto Rodríguez Larreta –amigos de la familia Fortabat–y a Diego Santilli.
El resto de los invitados fue una gran mezcla, desde Connie Ansaldi, Benito Fernández, Diego Impagliazzo, Martín Cabrales –otro de los grandes amigos de la familia–, Celedonio Lohidoy o Roberto Funes Ugarte, hasta gente del arte, un colectivo del que Amalia Amoedo se siente parte.