J.M.
El jueves por la mañana, a los 79 años, falleció el banquero más importante de España y presidente del Banco Santander de Madrid desde 1986, Emilio Botín. Murió víctima de un infarto tras un proceso febril al que no habían dado importancia. La noticia sorprendió a todos ya que cuatro días antes había estado jugando al fútbol con el presidente de Fiat, John Elkann. Enseguida, la entidad bancaria activó la sucesión para evitar “zozobras” en el primer banco de la Eurozona. Pese a que no lo aquejaba ninguna enfermedad, Botín ya tenía previsto cómo había que actuar tras su fallecimiento. Quería que todo siguiera en familia y que lo sucediera su hija, Ana Patricia Botín. Pero guardando las formas y a través del consejo de administración, que la eligió por unanimidad.
Así fue que la mayor de los seis hijos del banquero subió a un avión y viajó directo a Madrid desde el Reino Unido, donde ejercía desde 2010 como responsable de la sucursal del banco, con gran éxito, según había publicado el pasado martes el Deutsche Bank. Y así, en menos de 24 horas se resolvió la sucesión. “Es la persona más idónea dadas sus cualidades personales y profesionales, su experiencia, su trayectoria en el grupo y su unánime reconocimiento nacional e internacional”, comunicó el banco.
Las primeras palabras públicas de Ana Botín fueron: “En estos momentos tan difíciles para mí, agradezco la confianza y asumo con total compromiso mis nuevas responsabilidades”. Y reivindicó su profesionalidad: “Seguiremos trabajando con total determinación para seguir construyendo un Banco Santander cada día mejor para nuestros clientes, empleados y accionistas”.
Quién es. Ana Patricia Botín tiene 53 años y en 2010, por ejemplo, fue elegida como una de las mujeres más poderosas del mundo por la revista Forbes, que la situó en el puesto 38.También encabezó varias veces las listas de empresarias más influyentes de Europa, elaboradas por el Financial Times o el Wall Street Journal. Trabajó siempre a la par de su padre, quien fue muy exigente con ella. Y cuando, en diciembre de 2010, fue nombrada consejera delegada de la sede londinense del Santander, se convirtió en la primera mujer en dirigir un gran banco en el Reino Unido. Ese cargo le valió el apodo de “princesa de Santander” por el diario Sunday Times.
Habla cinco idiomas, es aficionada a la música clásica, a la pintura, juega muy bien al golf y es extremadamente celosa de su vida privada.Está casada desde 1983 con Guillermo Morenés Mariategui, familiar del actual ministro de Defensa español e hijo menor de los marqueses de Borghetto; con él tiene tres hijos varones. Pertenece al jet set y cada Año Nuevo hace una fiesta en Gstaad que reúne a personajes de la sociedad europea.
Pero todo este presente grandilocuente no es casual. Ana se licenció en Ciencias Económicas en Bryn Mawr en sólo tres años y luego realizó másteres en Harvard. A los 20 años, empezó a trabajar en JP Morgan, empresa de la que se convertiría en vicepresidenta para España en 1988. Luego, con 28 años, recaló en el Banco Santander y al año fue nombrada consejera. En 1992 fue nombrada directora general de Banco Santander, y entre 2002 y 2010 asumió la presidencia ejecutiva de Banesto. Así fue que su nombre empezó a sonar fuerte en el mundo de los negocios y generó revuelo a nivel mundial en un sector tradicionalmente masculino. Por entonces, Financial Times la incluyó en la lista de las 25 empresarias más influyentes de Europa. Sentada en el sillón donde vio tantas veces a su padre, Ana enfrenta el desafío para el que se preparó toda su vida: continuar el legado familiar, es decir, hacer aún más grande el banco.