PROTAGONISTAS
CORONACIÓN DE CARLOS III

El diamante más grande del mundo apareció en la coronación de Carlos III y Camilla

Hallado en Sudáfrica en 1905, unos joyeros holandeses tardaron ocho meses en dividir y cortar la gema de medio kilo de peso antes de entregarlo a la familia real británica. Los fragmentos más impresionantes adornan la corona y el cetro del rey, y la corona de la reina.

Corona Imperial
Carlos III sale de su coronación con la Corona Imperial, que tiene uno de los diamantes más grandes del mundo | AFP

Entre las muchas joyas de la monarquía británica que cobraron protagonismo este sábado en la coronación del rey Carlos III y la reina Camilla, una de ellas jugó un papel particularmente deslumbrante: se trata del diamante Cullinan, el más grande hallado en el mundo.

No menos de cinco piezas del diamante se vieron entre las insignias reales en la Abadía de Westminster: algunas partes aparecen en el Cetro que recibió el rey, mientras otros fragmentos aparecen en la corona con la que Carlos III salió de la ceremonia y en la corona de la reina Camilla.

El diamante, hallado en 1908, tenía un peso original de 3.106 quilates y parecía un ladrillo. Era tan increíblemente grande que un trabajador de la mina sudafricana en la que se lo encontró lo arrojó por una ventana pensando que era una roca.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La coronación: Carlos III y Camilla fueron coronados con pompa y solemnidad británicas

 

El misterio del Cullinan original

Los expertos creen que el enorme diamante encontrado era solo la mitad de una piedra preciosa aún más grande y se dice que el resto se perdió en la tierra del Transvaal de Sudáfrica, o tal vez fue robado.

De hecho gemólogo británico más famoso de la época, Sir William Crookes, quien examinó el Cullinan cuando llegó a Londres, confirmó que se había partido de un cristal más grande, que nunca fue hallado.

Sir Crookes dijo que la piedra entregada a la monarquía representaba "probablemente menos de la mitad del cristal octaédrico original".

El mineralista George Frederick Kunz, opinó por su parte que la otra mitad puede haberse fragmentado en varios diamantes aún enormes, sugiriendo que el diamante original tenía uno 7.000 quilates o más cuando fue expulsado de las profundidades de la tierra por una erupción volcánica.

La unción: cómo fue el rito más sagrado de la coronación de Carlos III que nadie pudo ver

Un informe del New York Times del 19 de diciembre de 1909 preguntó "¿Dónde está la otra mitad de Cullinan?" y capturó el frenesí continuo de la prensa y el interés público durante varios años después del descubrimiento.

"Los sudafricanos todavía están ocupados en la búsqueda del famoso diamante", decía el titular, y agregaba: "No es imposible que los fragmentos rotos del Cullinan estén dispersos en un amplio espacio y que algún día se encuentren en la superficie del tierra... pero es posible que todavía estén reposando en las profundidades de la mina”.

Desde entonces la historia del diamante perdido desencadenó una verdadera búsqueda del tesoro en la región sudafricana donde fue hallado y hasta una leyenda: la de una maldición que caerá sobre quien se lo arrebate a la tierra.

Camilla Parker Bowles, de amante clandestina a reina de Inglaterra

Uno de los fragmentos más grandes del Cullinan se ve en el frente de la Corona del Estado Imperial, la segunda corona que reposó sobre la cabeza de Carlos III en su coronación. Se trata del "Cullinan II", la segunda piedra más grande del conjunto, con un peso de 317,4 quilates.

La actual Corona del Estado Imperial cuenta con 2.868 diamantes en hermosas monturas de plata y se hizo en 1937 para la coronación de Jorge VI, abuelo de Carlos III, y desde entonces los monarcas la utilizan cada año para la apertura anual del Parlamento.

 

La historia del diamante Cullinan

diamante cullinan

El Cullinan fue encontrado en 1905 en la mina Premier, ubicada en la antigua provincia de Transvaal, cuando el gerente de superficie, Frederick Wells, se estaba preparando para irse a casa.

Un trabajador entró corriendo a su oficina improvisada diciendo que había visto algo que sobresalía de la pared de tierra de la mina.

Con su navaja de bolsillo, Wells empujó el objeto desde donde sobresalía a casi 5 metros de profundidad. Al principio, pensó que alguien le estaba jugando una broma y que se trataba de un gran fragmento de cristal.

Pero al sacudir la tierra y el polvo de la roca, se dio cuenta de que había desenterrado un enorme diamante. Lo llevó a la oficina pero uno de los trabajadores, creyendo también que era una broma, lo arrojó por la ventana.

Afortunadamente, la piedra preciosa se recuperó rápidamente al comprobarse que se trataba realmente de un increíble diamante: pesaba más de medio kilo y tenía diez centímetros de largo.

diamante cullinan

El gerente de la mina, William McHardy, envió un telegrama al propietario, Thomas Cullinan, quien también creyó que el descubrimiento era una broma: "Estoy seguro de que es solo un cristal", le dijo a su esposa.

En apenas unos días, los diarios de África, Europa y América hablaban del increíble descubrimiento. Una semana después del hallazgo, el 1 de febrero de 1905, el diamante fue llevado hacia Johannesburgo, donde se exhibió en The Standard Bank.

Convencidos de que el diamante era demasiado valioso para que quedara en Sudáfrica, las autoridades de la Premier Mine Company decidieron enviarlo de contrabando a Londres oculto en una sombrerera que pertenecía a la esposa de un alto empleado del servicio postal sudafricano.

El diamante fue llevado en secreto en tren desde Johannesburgo hasta Ciudad del Cabo y desde allí enviado por correo postal a la capital británica. En el mismo barco una piedra sin valor fue empaquetada y guardada en la caja fuerte del capitán bajo vigilancia armada las 24 horas.

El diamante llegó al Reino Unido en abril de 1905, pero resultó ser demasiado grande para venderlo. Dos años después, el general Louis Botha, el recién elegido primer ministro de la colonia de Transvaal, sugirió comprarlo y regalárselo al rey Eduardo VII como muestra de su lealtad.

diamante cullinan

El rey aceptó oficialmente el Cullinan como regalo por su cumpleaños y el 9 de noviembre de 1907 el diamante fue llevado en un vagón de primera clase del tren hacia Sandringham para ser presentado a la familia real.

Desde entonces los fragmentos del Cullinan forman parte de la colección real británica, pero en los últimos años creció un movimiento que pide al Reino Unido que devuelva las gemas a Sudáfrica.

"El diamante debe regresar a Sudáfrica. Debe ser una señal de nuestro orgullo, nuestra herencia y nuestra cultura", dijo Mothusi Kamanga, una abogada y activista de Johannesburgo que promueve el reclamo para que el diamante sea devuelto a su tierra.

"Creo que, en general, los africanos están empezando a darse cuenta de que descolonizar no es solo dejar que la gente tenga ciertas libertades, sino también recuperar lo que nos han expropiado", dijo.

 

El Cullinan en las joyas de la monarquía británica

Bajo una inmensa custodia el diamante fue llevado a Ámsterdam en el bolsillo del abrigo de Abraham Asscher, descendiente de la mejor familia de corte de diamantes del mundo, mientras la Armada británica realizaba un traslado falso con una caja sellada a bordo de un buque de guerra.

Durante los siguientes ocho meses, tres hombres trabajaron 14 horas al día para cortar y pulir nueve piedras grandes del diamante original. A cada una de estas piedras se le asignó un número del I al IX, y hoy en día todavía se las denomina de esta manera. 

También se crearon 97 pequeños brillantes y algunos fragmentos sin pulir, que quedaron en manos de los hermanos Asschers como pago por su trabajo.

Cullinan I, conocida como la Gran Estrella de África, es el diamante tallado incoloro más grande del mundo.

En 1911, el joyero real Garrard lo colocó en el Cetro del Soberano, una vara de mando creada en 1661 que tuvo que ser reforzado para soportar el peso de la piedra. El Cetro entregado al rey simboliza su poder temporal.

El Cullinan II, que con frecuencia se lo denomina Segunda Estrella de África, está, como se mencionó, en la corona imperial de Carlos III.

La piedra de 317,4 quilates se encuentra debajo del legendario Rubí del Príncipe Negro en la parte delantera de la Corona del Estado Imperial.

Cullinan III, un diamante en forma de pera de 94,4 quilates, y Cullinan IV, un diamante en forma de círculo de 63,6 quilates, formaron parte de la colección de joyas privadas de la reina Isabel II. La fallecida reina los llamaba “las piedras de la abuelita”, porque las heredó de su abuela, la reina María.

Cullinan III y IV tuvieron un papel protagónico en la coronación, porque fueron incorporadas a la corona de la reina Camilla en el el lugar del diamante “maldito” Koh-i-Noor, que es reclamado diplomáticamente por la India y era demasiado polémico para ser usado.

El Cullinan V, un diamante triangular con forma de y un peso de 18,80 quilates que formaba parte de un broche de la reina María (1910-1936) también fue incrustado en la corona de Camilla.

Otros fragmentos más pequeños, pero no menos impresionantes, del diamante (Cullinan VI, VII, VIII y IX) también forman parte de las joyas de la monarquía británica y son parte de anillos, broches, aros o collares de las mujeres de la familia real.