Momentos extraños en medio de una situación interna y también global que es igual de extraña. Y extraordinaria en el sentido más estricto del término. Ayer se supo que Boris Johnson dio positivo en el test de coronavirus, lo mismo que su ministro de Salud, Matt Hancock. Con el consiguiente aislamiento preventivo de ambos. Antes que ellos, fue el príncipe Carlos quien el miércoles último pasó de tener síntomas a darse por confirmado positivo. Así, menos la reina de Inglaterra, que sigue en óptimo estado y asintomática, las otras dos figuras máximas del armado monárquico y del institucional de Gran Bretaña están obligados a permanecer en cuarentena.
En el caso del príncipe Carlos, el anuncio de que tenía coronavirus obligó a que un centenar de invitados a una celebración oficial de la Corona respecto del Commonwealth tuvieran que someterse al test por haber compartido el encuentro con él. En un comunicado oficial explicaron que su mujer Camila no tiene coronavirus pero que igualmente están “aislados” en la residencia de Balmoral, en Escocia. Y agregaron que no fue posible determinar quién infectó al príncipe con el virus. “No es posible determinar de quién el príncipe contrajo el virus debido a la gran cantidad de compromisos que realizó en su función pública durante las últimas semanas”, aseguró ese texto de la Casa Real. Esto vino a tiro de un detalle anecdótico que registraron medios que hacen de la monarquía sus protagonistas: que quien pudo haberle contagiado el coronavirus al príncipe fue Alberto. El monegasco había dado positivo al test 48 horas antes que Carlos, y ambos habían compartido mesa en una cena filantrópica días antes.
Carlos y Alberto habían compartido mesa
Lejos de todo. Así, tanto uno en Gran Bretaña, como el otro en Montecarlo, están obligados a permanecer en una cuarentena. Para despejar algunas “cuestiones de Estado”, Alberto dio una entrevista radial donde enfatizó que nunca estuvo internado en “ninguna cama de hospital (…), ni siquiera toso diez veces por hora”. Y aclaró que en su cumpleaños –celebrado el sábado 23 de marzo– había pocos invitadas, y me contacté con todos ellos. (…) Mis hijos tuvieron una cuestión estomacal de esas típicamente infantiles pero desde el domingo último no veo a mi esposa ni a mis hijos”.
En Holanda, Máxima y Guillermo ya terminaron el aislamiento preventivo que se habían autoimpuesto. En el marco de la pandemia, a Holanda –que hasta ayer no había previsto la cuarentena a nivel país– le renunció el ministro de Salud, Bruno Buins, porque consideró que “no estaba físicamente en condiciones de afrontar esta situación”. Y la comparó con las más altas competencias deportivas, “y mi cuerpo no puede manejarlo debido al cansancio”. Bruins incluso se desmayó en el Parlamento durante una discusión sobre cómo afrontar el coronavirus. El rey le aceptó la renuncia, tuvo una despedida con honores y ascendió a ese puesto al viceministro de Salud, Martin van Rijn.
