Giuseppe Cipriani II (53) es el nieto del fundador del mítico Harry´s Bar de Venecia y líder del Grupo Cipriani, una marca de hospitalidad que tiene restaurantes, residencias de lujo, hoteles, clubs y espacios de eventos emblemáticos alrededor de todo el mundo y que también es dueño del Hotel San Rafael de Punta del Este, su gran proyecto esteño.
Buenos Aires también supo tener su restaurante Cipriani en la esquina de Posadas y Libertad, en Recoleta, pero la crisis del 2001 decretó su cierre.
La empresa familiar se inició en 1931 cuando Giuseppe Cipriani abrió el famoso Harry’s Bar en Venecia, declarado Monumento Nacional por el Ministerio de Cultura Italiana.
El trago Bellini fue inventado por su abuelo Giuseppe
El famoso trago Bellini, una exquisita combinación de durazno blanco y prosecco, fue inventado por el abuelo Giuseppe y se convirtió en el favorito de sus célebres habitués. Desde Ernest Hemingway, Orson Welles, la Reina Elizabeth II y Truman Capote hasta las más destacadas leyendas de Hollywood se daban cita en Harry´s Bar. En la actualidad, se lo puede visitar y disfrutar, Bellini en mano, frente al Gran Canal.
A fines del 2017 Giuseppe Cipriani II adquirió el emblemático Hotel San Rafael de Punta del Este, Uruguay, e invirtió más de 450 millones de dólares para la reconversión del histórico albergue y la construcción del complejo de lujo “Cipriani Ocean Resort & Club Residences”, diseñado por el prestigioso arquitecto uruguayo Rafael Viñoly.
El empresario vive en Nueva York, Venecia y Punta del Este y pasa 700 horas anuales viajando a los distintos destinos Cipriani; aun así encuentra tiempo para competir en autos de carreras (es propietario de un equipo de Fórmula 3000), jugar al golf y disfrutar de una rica vida social, con amigos y celebrities del mundo entero.
En su famosa chacra Gin Tonic, en La Barra, Naomi Campbell y Paris Hilton son casi de la casa.
En esta entrevista, con su seductor acento, el heredero de esta dinastía ligada al lujo, nos contó sobre sus inicios en Harry´s Bar, su pasión por la cucina italiana y la buena mesa, cómo será la reconversión del Hotel San Rafael y porqué su Squadra se llama Barone Rampante, como el libro del novelista italiano Ítalo Calvino.
-¿Es cierto que comenzó a trabajar a los 12 años en la cocina de Harry´s Bar? ¿Qué recuerdos tiene de esa época?
-Sí, comencé a esa edad porque en mi casa todos trabajaban. Entonces, se hablaba todo el día de temas del restaurante, los clientes, los cubiertos, los menúes... Así me crié escuchando todas esas conversaciones y aprendiendo a trabajar desde pequeño. A los 17 años me fui a vivir a Londres y a los 20 me mudé a Nueva York. Empecé de muy joven a trabajar, al principio, en la gastronomía y luego en hotelería. Así comenzó mi carrera.
-¿Qué se siente ser veneciano, haber nacido y sido criado en una de las ciudades más bellas del mundo, patrimonio de la humanidad?
-Venecia es una ciudad mágica. Vivir allí es un privilegio. Al no haber autos en las calles se crece muy libremente. Los niños no tienen peligros, a los cinco años ya van solos a la escuela. Solo tienen que aprender a nadar, para estar tranquilos por el tema del agua. Una vez que ya saben, pueden andar solos. Así me crié yo, con mucha libertad. Además, cuando uno nace en Italia respira arte todo el tiempo, en la calle, en las plazas, en las iglesias... Eso también influyó en mi infancia.
-¿Qué enseñanzas le ha dejado su abuelo?
-Tanto mi abuelo como mi padre también me han inculcado que no se hace nada sin trabajar. Hay que trabajar mucho en la vida porque nadie te regala nada. Las cosas nunca son fáciles y hay que ocuparse mucho para lograrlas. Mi padre, con 87 años, aún sigue trabajando en Venecia…
-Ha dicho que le gusta tener un Cipriani en cada ciudad importante ¿Cuántos hay en el mundo?
-Hasta ahora hay 24. Los nuevos son en Moscú y Arabia Saudita. Estamos construyendo el primer proyecto de Club Privado en Nueva York que se llama Casa Cipriani, una mezcla de hotel y restaurante en el Downtown. Este se va a abrir en breve.
En 2020 se pondrán a la venta 90 mil metros cuadrados de residencias adicionales en el Hotel San Rafael, en Punta del Este
El Hotel San Rafael abrió sus puertas en 1948 y marcó una época de esplendor en Punta del Este. Setenta años después, el Grupo Cipriani se propone transformarlo en un complejo de vanguardia que incluye, en la primera fase, 70 cuartos de hotel y 75 apartamentos privados y casino, ubicados en la parada 11 de Playa Brava. En 2020 se pondrán a la venta 90.000 metros cuadrados de residencias adicionales. Además, se construirán dos imponentes torres alrededor del edificio existente, diseñadas por el uruguayo Rafael Vignoli y decoradas por el florentino Michele Bönan. “Será un resort con alma”, define Cipriani.
-¿Qué le atrajo del viejo Hotel de San Rafael de Punta de Este para emprender tan importante proyecto inmobiliario?
-Desde que voy a Punta del Este el Hotel San Rafael es uno de esos lugares que siempre recuerdas. Fue un ícono del Punta y está lleno de historia. Creo que este es el mejor lugar para hacer esa inversión. No sólo por la historia del Hotel San Rafael sino también por el lugar donde está ubicado y por la posibilidad de tener un casino. Eso fue decisivo. Habrá tres restaurantes, uno en el casino, otro en el hotel y un tercero en la playa. Vamos a realizar allí grandes espectáculos y eventos internacionales porque para mí es el mejor balneario de América Latina.
-¿Hay posibilidades de que Cipriani vuelva a la Argentina?
-Nos fuimos en 2001, justo cuando comenzó el corralito. Argentina me encanta y tal vez regresemos alguna vez, pero en este momento estoy concentrado en este nuevo proyecto que me va a llevar muchísimo tiempo. Por ahora, estoy enfocado en Punta del Este.
-Comentó que hizo 700 horas de vuelo por trabajo en el 2018, ¿le gusta ese modo de vida?
-Sí, volé esas horas y en 2019 aún más. Hace años que viajo a todos los lugares del mundo donde hay un Cipriani. Tenemos restaurantes en muchos países, que no están muy cerca unos de otros: Dubai, Hong Kong, Mónaco, Londres, Ibiza, México, Las Vegas, Venecia, Nueva York… los administro a todos. A veces es demasiado, es verdad, pero no hay otra forma. Uno se acostumbra a todo, y yo ya me acostumbré a viajar mucho. Tengo la suerte de tener hijos grandes Maggio e Ignazio, de 28 y 30 años, que trabajan conmigo. Ellos son la cuarta generación que trabaja en la empresa. Es una cosa linda, me pone muy contento.
"Corro dos campeonatos automovilísticos por año, me relaja. Es un deporte que hace concentrarte en vos mismo"
-También se dedica a las carreras de autos. Ha dicho que la velocidad le permite mantenerse en buena forma mental…
-Sí, el auto y la mente están relacionados. En la competencia hay que estar en buena forma. Por eso siempre digo que este deporte sirve para el equilibrio mental y físico. Me gusta la velocidad, corro a 280/300 km/h, tengo que tener la cabeza limpia para hacerlo. Corro dos campeonatos automovilísticos por año, y, al contrario de lo que la gente piensa, no me estresa, me relaja. Es el tipo de deporte que hace concentrarte en vos mismo.
-Volvió a las pistas con el equipo del II Barone Rampante. Es un título de Ítalo Calvino, ¿por qué eligió ese nombre?
-El Barone Rampante es un personaje de una novela. Su particularidad es que vivía en la copa de los árboles. Eso lo alejaba de la existencia común, de todos los días. Eligió una vida distinta a los demás. La competencia automovilística se asemeja a esta historia porque también es una actividad distinta y permite aislarte de la cotidianeidad. Por eso me gusta tanto.
-¿Cómo se mantiene en forma siendo dueño de los Cipriani?
-La dieta es la parte más difícil (risas). Siempre estoy comiendo en alguno de mis restaurantes alrededor del mundo. Además, a los italianos nos gusta la pasta. Cuando no trabajo me gusta recibir gente, abrir mi casa. Me encanta comer con amigos, agasajarlos, disfrutar de la buena mesa. Los amigos son la familia que uno elige…
"Me gusta más comer que cocinar"
-¿Con cuál plato deslumbraría a una mujer?
-No hay una receta preferida. Es la que me recuerda a las que hacía mi abuela, esas me gustan. Me producen un sentimiento positivo. Mi mamá y mi abuela cocinan las dos muy bien, y mi abuelo era un gran pastelero. Me considero un buen cocinero, pero me gusta más comer que cocinar. La cocina italiana es fácil, está hecha de cosas sencillas, no hay que complicarse mucho. Tiene una variedad muy amplia de alimentos. Se come pasta, pescado, ensaladas. Unas pastas al pomodoro es un plato sencillo y bueno.
-¿Es cierto que duerme solo cinco horas?
-Sí, duermo 5 horas y eso es suficiente para mí. Me levanto muy temprano.
-Tiene dos nietos, ¿disfruta de ser abuelo?
-Sí, me gusta, pero me gusta más ser padre que abuelo. Ser padre es mucho más intenso. Me casé joven y fui padre a los 22 años. Ya tengo dos nietos, un niño y una niña pequeños, y hago muchísimo para verlos. Viven en Nueva York y yo en otros lugares. Cuando yo era chico era distinto, vivía arriba de la casa de mi abuelo así que estaba todo el día con él.
"En total, en todo el mundo, tengo 15 perros, de raza y callejeros"
-Ha declarado su amor por los perros, ¿cuántos tiene?
-Me encantan los perros. Tengo ocho o nueve en Punta del Este. Son de raza pero también callejeros. El último lo encontré en la calle y es muy simpático. Se llama Dino. Pero también tengo perros en Venecia y en Ibiza. En total, en todo el mundo, tengo quince perros.
-Vive en Nueva York, Venecia y Punta del Este, ¿por qué no en Buenos Aires?
-Me gusta Punta del Este, Uruguay, por su tranquilidad; Venecia porque es donde nací, y Nueva York, como metrópoli. Venecia y Punta son las dos ciudades más cercanas a mi corazón, ambas difíciles de explicar con palabras porque más que ciudades son sentimientos; Buenos Aires también es fantástica, pero para ciudad elegí vivir en Nueva York.
-¿Hay alguna fórmula para tener éxito en la vida?
-Yo creo que hay que hacer lo que uno hace de la mejor manera posible. Hay que mirarse bien para mejorar. No pensar en lo que hacen los demás. Cada día ver si se puede mejorar, pensar siempre cómo hacerlo mejor. Concentrarse es fundamental.