Luego de una intensa y larga lucha, este Día de la Madre, lejos de haber lágrimas habrá un gran festejo. Es que luego de muchos tratamientos fallidos, el jugador de la Selección Ezequiel Garay y su mujer, la modelo española Tamara Gorro, tuvieron este martes 13 su primera hija gracias a una gestación subrogada.
La llegada de Shaila, como decidieron llamarla, fue palpitada con mucha ansiedad. Tanto es así que varios días antes de la fecha estimada de parto Tamara ya había viajado desde Rusia –lugar donde viven ya que Garay juega en el Zenit– a Utah, Estados Unidos, donde iba a nacer su hija. En cambio, el jugador se encontraba en Argentina para jugar en la Selección y luego partir. Pero el parto se adelantó y Garay debió viajar de urgencia porque además del deseo, la ley estadounidense dice que ambos padres deben estar presentes para inscribir a la niña.
De todos modos, y pese a que hizo todo lo que estuvo a su alcance, el jugador no llegó al alumbramiento. Aunque nada impidió que sea el día más feliz de sus vidas. Y apenas la pareja tuvo contacto con su bebé, compartió su felicidad a través de Instagram con una foto en la que se ve a los tres abrazándose uno a otro, piel contra piel. A la cuenta del ex Newell’s Old Boys de Rosario, donde hoy su eslogan es “Lucha por tus sueños, ésa es la clave”, subió una foto en la que se lo ve besándole el pequeño pie a su hija bajo la leyenda: “Ya estamos juntos mi vida, después de tantos años buscándote por fin te encontré... Te amo por siempre”.
Aunque llegar a ese momento no fue fácil. “Han sido tres años de lucha, superación, altos y bajos. Yo creo que mucha gente está ahora en mi pellejo... Tres años luchando por quedar embarazada”, contó Gorro en el programa Sálvame Deluxe de la cadena española Telecinco. Y en su blog, Tamara, que es muy activa en las redes sociales, fue contando el paso a paso de su lucha y todos los obstáculos que tuvo que superar.
Desde la imposibilidad de ser mamá, primero de forma natural y luego mediante fertilización asistida, hasta todos los trámites que tuvo que hacer para llegar a la subrogación. “He tenido cinco ciclos, he tenido 18 intentos de fertilización asistida. Y llega otro problema más serio; después de muchos intentos, en una de las intervenciones ven un problema en las trompas”. Y siguió: “Me volví reservada porque no quería que nadie sufriera. Un día vi llorar muchísimo a Ezequiel. Estaba en Portugal, sin trabajar y él tenía que aguantar mi carácter y encima no le doy un hijo. Estaba hundida, muy mal, con psicólogos. Delante de mi familia sólo lloré una vez; detrás, mucho; es doloroso”. Pero con la posibilidad de la subrogación, su sueño se hizo posible.
