Héctor Alterio falleció en Madrid y a los 96 años “después de una vida larga y plena dedicada a su familia y al arte, estando activo profesionalmente hasta el día de hoy”, tal y como lo comunicó la familia Alterio-Bacaicoa en un texto. Para algunas generaciones, el nombre de Héctor Alterio remite casi al instante a la frase “La puta que vale la pena estar vivo”, que el actor improvisó para una de las escenas finales de Caballos salvajes, la película que Marcelo Piñeyro estrenó en 1995. Pero, obviamente, Héctor Alterio representa para el teatro y cine argentinos –y español también– mucho más que esa escena.
Reconocido. El actor nació en Buenos Aires el 21 de septiembre de 1929, y fue uno de los actores más destacados de su generación, tanto en Argentina como en España, donde desarrolló de manera prolífica su carrera y donde, por ejemplo, la Academia de Cine –de la que era integrante–, reconoció su trayectoria artística con el Goya de Honor 2004. Ese momento de la ceremonia fue muy emocionante porque se lo entregaron Malena y Ernesto Alterio, su hija y su hijo, también reconocidos actores en España. Cuatro años después, en 2008, Argentina lo reconoció con el Cóndor de Plata por su trayectoria cinematográfica. Y ya en 2023, en el CCK se le brindó un homenaje del Ministerio de Cultura, que contó con la presencia de un nutrido grupo de profesionales, entre ellos, Ricardo Darín.
Del teatro al cine. Antes que el cine llegará a su vida, Alterio debutó como actor en 1948 (en Buenos Aires) con la obra Prohibido suicidarse en primavera, de Alejandro Casona, y, tras acabar sus estudios de arte dramático, creó la compañía Nuevo Teatro, con la que trabajó por la renovación de la escena argentina durante la década del sesenta, y que marcó un momento muy importante para actores, directores, y dramaturgos argentinos. Su fama como actor, sin embargo, le llegó a través del cine, donde debutó junto a Alfredo Mathé en Todo sol es amargo y donde intervino en algunas de las mejores películas de la nueva generación de cineastas argentinos de esa época. Su nombre está en ya clásicos del cine nacional como La tregua, de Sergio Renán, que se convirtió en la primera película nominada a un premio Oscar; La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera; La historia oficial, de Luis Puenzo y ganadora del primer Oscar argentino; Camila,de María Luisa Bemberg, y El hijo de la novia, de Juan Campanella, y ambas nominadas al Oscar, y la mencionada Caballos salvajes, entre otras.
Imparable. Como otros artistas argentinos, en la previa de la dictadura cívico-militar, Héctor Alterio tiene que exiliarse y se va a España porque hasta el inicio de la democracia en 1983 estuvo censurado y prohibido en el país. Madrid se convertirá en su “nueva Bueos Aires” y su base para trabajar y hacerse de un nombre reconocido.
En el cine español trabajó con importantes figuras como Jaime Chávarri quien le dio un papel en A un dios desconocido con el que ganó la Concha de Plata del Festival de San Sebastián. También actuó en películas como Cría cuervos, El crimen de Cuenca, El nido, que fue nominada al Oscar en 1980; entre otras. Sus últimos trabajos en la pantalla grande fueron en Kamikaze, de Álex Pina, en 2014; al año siguiente, en Due uomini, quattro donne e una mucca depressa, de la directora italiana Anna di Francisca. En teatro en cambio, trabajó hasta este 2025 con la obra, Una pequeña historia.